Contra el ruido y la furia: un debate con martini

05.11.2019

El cronista suele ver los debates con un martini, desde que leí sobre el coctel a Enric González.  Se lo recomiendo. Cito de memoria, según Enric, el martini requiere criterio, éste requiere opinión, esta requiere reflexión. Y la reflexión requiere escepticismo. 

La cuestión es que, a la segunda copa, usted se cree que la ministra Calviño es una radical de  izquierdas o que quitarle la sanidad a los inmigrantes es patriota. Si, dada la extrema longitud de la cosa, se toma una tercera, el adoquín de Rivera le parecerá gracioso y que Casado no tenga que ver con la agenda judicial de su partido de lo más lo normal.

Y ayer hacía falta mucho escepticismo, pero mucho. Nadie era responsable de nada y nadie era lo que parecía.

Sánchez, antifranquista radical naturalmente, se lanzó al centro, derechizando su posición catalana (Iceta no bailó anoche) y anunciando ortodoxia económica (léase bien lo de Calviño vicepresidenta). De hecho, habló del gasto social del pasado pero no del futuro. No dijo nada de impuestos ni de pensiones. Centrismo y un poquito de antifranquismo de nueva ola y "pa lante".

El contexto era de desaceleración económica - hoy sabemos que el dato del paro es el peor de un  Octubre desde 2012; el aumento de cotizantes no debe sorprendernos: son los maestros y maestras interinos que borramos del sistema en junio- y de eso se habló poco o casi nada. Incluso Sánchez se permitió falsear las cifras de creación de empleo. Mucho relato de pobres y ricos y poca política económica.

En el afán del bipartidismo por reforzarse, con cierto éxito para irritación de Rivera, es probable que Abascal e Iglesias retuvieran a los suyos, mientras Rivera desaparecía en combate. Errejón estaba el el "var" - quiero decir en el video arbitraje de la Sexta-, pero no debemos preocuparnos: hubiera dicho lo mismo que Iglesias, excepto esa parte de nosotros no queremos sillones: él llega con el sillón puesto.

La izquierda sale del debate más dividida de lo que estaba y con creciente desconfianza. Si hemos de creer a los sondeos, la idea socialista de culpar a Iglesias y restar votos, esta funcionando muy parcialmente. De hecho, la gente votó centro en las anteriores elecciones y la incomparecencia de Rivera esta manteniendo los escaños socialistas. Sánchez, que ha recuperado la idea de la lista más votada, sigue aspirando a gobernar solo, y hasta le puede salir el asunto. 

Como ya dije aquí, no habrá tercera oportunidad para la convergencia de las izquierdas. Y el coste no solo será un mayor centrismo en la política española, con esquinas más radicalizadas: pagaremos la "tontadica" de la repetición electoral al coste no menor de una contaminación social del discurso nacionalpopulista.

La derecha sacó el gol que buscaba: Sánchez, un machote que va a traer a Puigdemont, que ya lo ha hablado con los jueces belgas por lo escuchado, no pudo negar que los independentistas son una opción. Y Casado salió de líder de la cosa de derechas. La derecha no puso en duda que se pondrán de acuerdo, y esta vez Casado no se orilló más allá, aunque no se alejó de la persistente mentira que encarna Abascal.

El más claro y directo, según los analistas, resultó ser el que menos aprecio tuvo a la verdad. Mintió sobre el coste del estado autonómico, sobre la imposibilidad constitucional de rechazar la progresividad del impuesto sobre la renta, sobre violencia sexual de inmigrantes, sobre denuncias falsas de violencia de género. Mentirosillos fueron todos, pero el campeón, es el campeón, déjese claro el asunto. Eso sí, sus burradas sirven para construir el discurso del miedo tanto como para levantar a nuevos patriotas.

Me temo que los candidatos son unos dramas. Iglesias afirma que nacionalizará la energía y castigará a la banca. Abascal nos lleva al apocalipsis del expolio fiscal, inmigración subvencionada y quiere cerrar las autonomías: falsos tigres de la crisis, nunca demostrados pero que siempre vienen bien cuando no se tiene ni idea.

Sánchez y Rivera coinciden, en peores piedras se sostienen pactos, en una cosa: para resolver la desaceleración y llenar la España vaciada hay que tener hijos e hijas. Por favor, pónganse ustedes que tienen edad. Casado crea más empleo que nadie en el mundo mundial.

Solo una vez se rompió el eje derecha e izquierda: con la cuestión de Europa. Que Abascal e Iglesias propongan un tipo de proteccionismo que nos excluye del euro debería preocuparnos. No; España no puede poner aranceles. No; España no puede modificar la imposición sobre multinacionales en solitario. Los costes son los que son y deberían ser sinceros sus portavoces.

La furia del nacionalpopulismo, el ruido de los demás, alimentan nuestro escepticismo. Para la izquierda de verdad verdadera ni siquiera existe la esperanza del señor que estaba en el "var".

En fin, ustedes no se preocupen, por encima del ruido y la furia, nacidos para impedir un desbloqueo, siempre nos quedará Bruselas, nuestra eterna paciencia y el martini. Ahora, les propongo un trato que esto me cansa mucho: la próxima, el cronista se pide ser feliz, y ustedes me lo cuentan.

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