Camaradas, la cagasteis de nuevo
Vuestra batalla por el relato se nos da una higa. Y esto es lo más elegante que voy a deciros.
Queridos camaradas: en cuatro años habéis tenido dos oportunidades históricas para demostrar que la izquierda puede ser plural, competir y, luego, colaborar. Cito de memoria, pero creo que fue Clara Campoamor la que dijo: "No cometas errores históricos, no tendrás tiempo de arrepentirte"
Practicáis, con energía, el principio de que el ganador se lo queda todo.
Soñáis con sorpasos o con ser Felipe González. Despreciáis, personal y
políticamente, a aquellos con los que debéis acordar. Llamáis perdedor a
Sánchez o gritáis "con Rivera no", antes de pedirle ayuda.
Vais de vigilantes de la playa o de izquierdas posibles, amparados en factorías
que solo muñen triquiñuelas, al modo Redondo, o soberbios desprecios, al modo
Echenique.
Se torturan los números, en lugar de asumir con valentía el déficit. Se
manipula el lenguaje, para no decirnos que justicia fiscal es subir impuestos.
Camarada Iglesias: no eres el primer "profeta de los bienaventurados"
que entierran las arenas del mar, pero sí de los primeros que quiere
enterrarnos con él. Camarada Sánchez, gran superviviente, primero en la historia en perder no ya
una, sino dos investiduras, siempre más presto a la venganza que a
preguntar por nuestros intereses.
Camarada Garzón que, en los momentos en los que la beneficencia parlamentaria
le da un hueco, hace de casco azul. Tú, que prometiste ser influyente en una
nueva formación, para pasar a ser mudo bien pagado, Ese Rufián devenido en hombre de estado que, en impresentable oximorón, se
presenta como izquierda independentista y abertzale, exigiendo a la izquierda
española, mientras se arrasa con toda política progresista y de diálogo en
Catalunya.
Unos y otros, que todos son hombres por cierto, nos
avisasteis de que votábamos un jardín de egos, pero no de vuestra incompatible
soberbia. Todos y todas os reclamáis de la izquierda de verdad verdadera, mientras
llamáis "caseta del perro" a las políticas públicas o soñáis con
darle mochilas a Rivera. No podéis hablar de España o buscáis compartir mesa
con imposibles independentistas. Negáis a los sindicatos, mientras aplazáis el
cambio
El personal de izquierda lo perdona casi todo. Pelillos a
la mar si se aplaza la revolución por falta de trompeteros o si se nos lleva a
una alianza militar. Lo que no se perdona es que se haga daño a la gente. Y
dejarnos sin gobierno nos hace daño. Y lo pagaréis, camaradas, en forma de
abstención o de voto de castigo.
Camaradas que queréis naves que quemen el capitalismo, más allá de Orión naturalmente, que queréis que brille la socialdemocracia en la puerta de Tannhäuser, la cagasteis de nuevo, los dos y medio que sois.
Sabed camaradas, dicho sea en honor al perdido Rutger Hauer, que lo más probable es que os desvanezcáis "como lágrimas en la lluvia". Que el final del afamado monologo se cumpla no sé si será posible.
Sabed camaradas que el firmante es de izquierdas, pero no
os votará ni una "puta" vez más. Os avisé: lo elegante estaba en el
primer párrafo.