Reflexión con martini

08.11.2019

Se acaba la carrera electoral, así que nos toca reflexionar. Y a usted, como "nunca supo resolver todas sus dudas" como canta Tai González, para la cosa de la reflexión también le recomiendo, como ya hice antes, un martini. El martini es mucho más sofisticado que la verbena esa que propone Javier Dotu, que exige levantarse al amanecer, cosa que no puede ser de gente decorosa

El martini, se lo tengo dicho, es un coctel que requiere criterio y éste opinión; esta pide reflexión. Y la reflexión exige escepticismo. Cuatro herramientas imprescindibles para la decisión electoral.

Preparen, pues, su adecuada copa, pensando en mezclar ginebra y vermú. Pero también el canon admite el vodka. Quiere esto decir, pensará usted, que el vermú es como Sánchez, lo mismo admite a Iglesias y nacionalistas que a Rivera.

El martini puede ser servido con aceituna o ralladura de limón. O sea, que puede amargarle la vida, tipo Abascal, o hacérselo más suavecito, tipo Casado. Usted póngase el traguito a su modo y se lo va pensando.

¿Agitado o removido? Gran pregunta. Shaken not stirred, agitado no removido, es la frase hecha. Si usted lo agita al modo Bond se enfría más, es decir, es como Sánchez y Casado. Si ustedes piensan en Abasal, Iglesias o Rivera, que parecen más calientes, remuevan, stirring, stirring. 

James Bond, se dice, lo prefería shaken, agitado o sea más frío, pero no crean que era bipartidista y que con eso resuelven ustedes el problema. En "solo se vive una vez", para fastidiar, lo pedía al revés. O sea, sigan bebiendo, perdón, quiero decir, reflexionando.

Pensar sobre las proporciones adecuadas también ayuda. La proporción clásica era muy bipartidista, mitad y mitad, pero la proporción más moderna es más de mayoría absoluta: cinco partes de ginebra por una de vermú. O sea, lo que sueña Sanchez.

Ustedes pueden, como le hizo Roosevelt a Stalin, ensuciar el coctel y ponerle agua de aceituna o de cualquier otra cosa. Quiero decir que ustedes pueden pensar en abstenerse o hacer un voto nulo, no es que sea muy de clásico, pero es una opción.

No es poca cosa el lugar donde reposar el martini. Que la luz refleje la mezcla es importante. Deje sus habituales costumbres y deje pasar un pensamiento plural y luminoso.

Es bastante probable que este primer martini no le haya permitido resolver sus dudas. Háganse un segundo, sabiendo que empieza a asumir riesgos.

La ventaja de un segundo martini es que en este punto usted se comportará ya profesionalmente: quién bebe martini no se cree lo que dicen los periódicos, el partido al que vota ni el partido al que odia. Incluso un profesional del martini no se cree a sí mismo ni a este cronista.

Un segundo martini no soporta los tópicos. Usted va descubriendo, a medida que bebe, que es de izquierdas pero no se cree que la nuestra sea la peor derecha del universo. Usted es de derechas, y mientras bebe, reconoce que el benedictino de Cuelgamuros y su portavoz, Abascal, desatinan.

El segundo martini le descubrirá la verdad: usted es socialista, pero le espanta Sánchez por una decena de razones y de Iglesias ni hablamos. Incluso usted resulta que es liberal pero no le gustan Casado ni Rivera sino la ministra Calviño, aparentemente socialista. Este es el momento en el que , con desesperación, usted se pasa a la tercera copa.

El tercer martini es el más peligroso. El momento en que se puede cometer la mayor grosería posible que no es otra que dejar el hueso de la aceituna en un cenicero o escondido en una servilleta. Sepan que la única posibilidad elegante es tragarse el hueso.

Tragarse el hueso significa que usted se acuerda de los cabroncetes a los que siempre votó y que le han cambiado el discurso o de esos no menos cabroncetes que siempre odió y que , sin aviso previo, se han puesto a decir cosas que le parecen razonables.

Con el tercer martini, ya hundido en la niebla, usted tiene que reconocer que ellas debatieron mejor que ellos; empieza a creer que El Pais aún un es un periódico de izquierdas y que debe votar a Sanchez. Al tercer martini no falta quien cree que Abascal es un demócrata de toda la vida. Con tres martinis, usted puede pensar que Iglesias es de Vallecas, Rivera un voto útil y Casado un líder áureo.

Si en este punto aún no ha decidido, cambien de terapia. Señor y señora mía, un caballero y una señora elegantes nunca beberían un cuarto martini. O quizá sí. Y de esta manera, cuando el domingo salga del colegio electoral podrá recordar la papeleta introducida y decir como el poeta: "No sé si fue el alcohol lo que te hizo bella". Que Ustedes lo reflexionen bien. 

(Crónica ClickradioTV. 8 de Noviembre de 2019) 

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