Desde mi caverna, día 34. “La consistencia temporal”: lo mucho que usted vale
Hubo un gato. Nos lo dijo Luis Sepúlveda ayer desaparecido, uno más en ese avión que se estrella cada día con medio millar de personas a bordo, aunque en realidad nunca sabremos el número. Así somos cuando no queremos contar bien, no hay test y sobra incompetencia.
En fin, hubo, pues, dijo Luis, un gato que enseñó a volar a una gaviota.
No insistiré en lo que ya es evidente impericia, en el mejor de los casos. Hoy, es viernes, y empieza el fin de semana, momento en que según Don Juan Ignacio Ocaña hacemos crónicas de otro tipo, o sea, que no me meta con el gobierno.
Y eso que no nos ha llegado nada de los quince millones que el gobierno reparte para defensa de la libertad de expresión y la pluralidad. Eso sí, los nunca suficientemente ponderados CEO de la radio nos siguen pagando el fascal habitual (por intentarlo, que no sea).
Lo que importa hoy es que el gato y la gaviota, ahora confinados, no olviden, uno que sabía enseñar y la otra que sabía volar. Digan lo que digan, saldremos de esta, sabremos más y debemos mantener y recordar nuestras capacidades.
Señores míos, ustedes han descubierto que pueden hacer una tortilla de patatas con tanta eficacia como las señoras; saben lavar a los niños e, incluso, que tiene mérito, saben ir al "super" sin plano. Eso no será olvidado, se lo digo yo.
No canten victoria, estimadas señoras. Ahora sabemos que ustedes gustan de tomarse una cervecita, viendo como el Madrid le gana al Atleti en el minuto 93; sabemos que pueden aguantar una serie de esas de policías nórdicos internamente torturados e, incluso, saben hacer las fichas de física del chavalerio. Eso no será olvidado, se lo digo yo.
En fin, queríamos ser iguales y lo vamos siendo. Fíjense, hombres, mujeres, somos como los viejos ordenadores: capacidad poca, pero memoria mucha.
Pero tan importante es adquirir nuevas costumbres como mantener las viejas habilidades.
Ahora hemos descubierto que hay gente que sabe hacer respiradores con los motores de un limpiacristales. Que hay decenas de ingenieros que saben hacer test, Incluso, pásmense, hay señores y señoras que saben manejar una máquina de coser, como si fuera su abuela, para hacer trajes o mascarillas. Ustedes son extraordinarios.
Eso sí, no nos pongamos soberbios. Para que los supermercados, a los que ustedes ya acuden como si fueran clubs nocturnos, estén llenos necesitamos inmigrantes trabajando en los campos. Smith estas un poco "jodidillo".
A esto en economía se llama la "consistencia temporal." La necesidad de mantener en el tiempo nuestras capacidades, seguir poniéndolas en valor. Evitar que el tiempo perdido, en confinamiento o crisis, las haga inútiles.
Cuarenta mil bares han sido cerrados. El cocinero que hacía sus caracoles favoritos ha sido despedido. En consecuencia, el proveedor de caracoles ha abandonado su negocio
Peor aún, el tabernero sabio de su bar favorito, ese que sabía que usted no es de Kant, sino de Hegel, porque su tabernero, que sí sabe estas cosas y no su señora o señor de usted, ha desaparecido.
El riesgo que tenemos es que, cuando volvamos a ese bar, no habrá caracoles, ni cocinero, ni sabiduría de tabernero, música o esos libros que nadie lee en una vieja estantería y nos iremos a otro sitio.
Pues sepan que igual que el bar funciona lo demás. Es lo que se llama cadena de valor, por si ustedes no habían pillado el asunto y creían que la expresión se refería al collar de su señora abuela.
Eso de mantener el conocimiento, aunque haya una crisis, es la "consistencia temporal" que necesitamos. Les puede parecer una tontería, pero a un tipo de origen nórdico, Finn Kydland, como Greta, pero en plan simpático, le dieron un Nobel por descubrirlo.
Cuando acabe abril, mayo o cuando sea, no olviden sus habilidades, exijan ponerlas en valor, no se abandonen a la renta mínima, a la que seguro que tienen derecho.
Pessoa, ya se lo dije aquí, llegó a imaginar, probablemente, lo que nos iba a pasar. En un poema que se titulaba "Grande constipaçao", el poeta portugués concluía: "Perdone señor/ Que gran constipado físico/ Necesito verdad y aspirinas".
Pues eso, mientras nos llegan ambas cosas de las que parece que andamos escasos, vayan a ese rincón donde reflexionan y grítenle al mundo que volverán. Mi nieto y mis nietas dicen que todo saldrá bien y yo les creo.
Banda Sonora: Gemma Arterton, every body out
Fotografía: Yo me confino en cualquier sitio