Vacances Catalanes (2023): “El senyor de Madrid diu adéu “
Un elegantísimo hotelero de Llançà, un verano antes de la pandemia, al descubrir en su restaurante a una familia madrileña, afirmo rotundo: los madrileños debieran ser una especie protegida. Cosa que los susodichos agradecimos mucho.
Llançá era territorio independiente. A pesar de que eran tiempos de hiperventilados, esteladas, llamas en Urquinanona y republicas que no existen, la independencia del lugar no era catalana. Los de Llançà son idependientes porque son franceses. Poseían casi todo.
Las piscinas se cerraban a las horas que los parisinos comían; la música se oía a la hora que la oían los burgueses parisinos, los bares se vaciaban a las horas que cerraban los bistró de París. Como ustedes saben, los franceses odian a los de París, pero se comportan como burgueses parisinos. Cosa que ocurría en Llançà.
La "madrileñofobia" es un deporte "indepe", pero hay que decir que ha bajado el tono.
Existen varias razones, la fundamental es que los elegantes servidores de la hostelería apenas hablan catalán, para irritación de la causa nacional. Tampoco las cajeras de los Día, Caprabo o Bon área – los super a los que el personal acude- dejando las ilustradas marcas para los del lugar que, al parecer, pueden pagárselo.
Transcurridos los diez días con la familia acordados, "el senyor de Madrid diu adéu a su exguingueta favorita". Comprenderán a ustedes que a 70 euros la lubina para dos niños y 3.50 el agua para los zagales, 77 euros (iVA no incluido), la próxima vez va a venir al Hotel Terramar en Sitges "la mare que ha parit al propietari", cosa que ustedes no necesitan traducir, que ya hablan, gracias al cronista, un catalán fluido.
Ciertamente, aquí no ha habido más madrileños y madrileñas que un servidor, sus hijas, yernos y abundante nieterío. Tampoco, salvo guiris y alguna gente del lugar, ha habido mucho personal foráneo: al parecer los precios han desplazado al personal más abajo, al levante popular, dejando la república que no existe algo más vacía que de costumbre por estas fechas y el personal gastando menos.
Eso sí, no faltan los guardianes de la república que no existe, algo deprimidos están, pero permanecen. El caso es que hoy han recibido una pregunta que les inquieta: el PSOE busca algún presidente del parlamento que les resulte simpático a los "indepes". Teniendo en cuenta que los nacionalistas solo se caen bien entre ellos mismos el asunto esta crudo.
Siempre podría cambiarse a un socialista por alguno de los cantonalistas que pueblan Sumar, tipo Asens o Baldoví. O, ya puestos, poner a Rufián, que juego daría. Pero no parece.
Así que han empezado a hacer listas de socialistas que les caigan bien: puede ser Patxi, que tiene nombre adecuado, Iceta que baila bien las sardanas o a algún galego despistado. Batet ya se lo debía temer y ha preferido hacerse un Espinosa y salir por la puerta discretamente.
En realidad, a los nacionalistas no les importa mucho el asunto: necesitan pelas para compensar los votos perdidos: o sea, grupos parlamentarios, vulnerando el reglamento, y puestos en la mesa para hacer unos ahorrillos antes de que se acabe la fiesta.
Esto del parlamento es como lo de la lubina de mi exguingueta favorita: si vendo una, hago al caja del día, aunque el cliente no vuelva a comprarme ninguna más.
El caso es que esto empieza a parecerse a los últimos kilómetros de la subida al Tourmalet: se acerca el 17 y todo el mundo está nervioso porque el que tenía que decir algo, no lo dice: está de vacaciones, la verdad es que no se dónde ni me importa mucho.
Quizá debiéramos prestarle un poco de atención a los asuntos del gobierno, pero para que correr, si hay que ir a ver al rey y el asunto no nos gusta un pelo.
En fin, "el senyor de Madrid diu adéu a su exguingueta favorita" y les espera el 17, así echamos unas risas juntos, que risas vamos a tener un rato.