Ustedes viven bien, pero son de derechas
Ha sostenido Don Alberto Garzón que los españoles españolas vivimos bien, que son los medios de derechas los que crean la imagen contraria. Siendo personaje de tan notable contribución a la izquierda de verdad verdadera, igual deberíamos de creerle.
Pero el caso es que las cifras desmienten radicalmente al ministro. Y ya saben ustedes que ignorar los números y la ciencia más que cosa de izquierda viene a ser populista.
Para que las previsiones del gobierno en materia de crecimiento económico se cumplieran, las tasas del último trimestre habrían de ser estratosféricas. Cosa que no serán. La ministra de Economía lo fiaba todo a que ustedes consumieran una barbaridad.
Se decía que el consumo embalsado era de cincuenta mil millones que llenarían no solo las arcas públicas, sino el capítulo de la demanda del PIB. El gozo del gobierno ha quedado en un pozo: los españoles y españolas no han gastado en nuevos consumos, sino que han gastado ocho mil millones en inflación.
Y se han puesto a guardar por si acaso. No lo han hecho por precaución, Alberto lo sabe, sino porque son ustedes malvados boicoteadores de derechas. El INE parece haberse convertido en el portavoz de la derecha española.
El índice de producción industrial descendió un 0,4% en octubre y más del 3% desde mayo. La falta de suministros parece la principal causa, pero también está cayendo la inversión en bienes de equipo así como el retraso en la gestión de fondos europeos: no somos capaces de gestionar lo que anunciamos; en diez meses solo hemos capaces de gestionar seis mil millones de euros.
Los niveles de inversión determinan las diferencias entre unas políticas y otras. Los resultados de ejecución presupuestaria del Gobierno francés indican que la inversión crecerá este año un 18%, y en el caso de Italia el empujón alcanza el 27%.
España se parece más a Alemania, con tasas de crecimiento de la inversión pública que rondan el 10% en 2021, un esfuerzo claramente inferior a los registros de los países vecinos
Una parte de la inflación es el precio de la energía que hoy, nuevamente alcanza un precio record. O sea, que también ustedes han boicoteado al presidente Sánchez que afirmó que el recibo de la luz sería al final de año el mismo que el pasado.
Y así todo lo demás. El problema no es que los malvados chinos y sus cadenas de suministro, el nuevo parón pandémico o los costes de producción estén destrozando las previsiones hasta colocar a España, por debajo de las economías del sur de Europa. El problema en que se persiste en fuegos de artificio que impiden tomar a los agentes económicos decisiones realistas.
Mario Dragui, que ya nos salvó una vez -whatever it takes- ha establecido una estrategia económica distinta: tomar los fondos europeos que no se devuelven y también los que hay que devolver, con el objeto de obtener abundante masa crítica.
También, en Europa, además de las redes de protección social están tratando de mantener empleos sin ficciones: no; España no ha recuperado la afiliación previa a la pandemia y sí; hay un exceso de empresas "zombies" danzando entre deudas y ERTE.
Y no es menos cierto que en el continente se está enredado menos con los impuestos y las recaudaciones. Cierto es lo que aquí nunca se ha reconocido: que nuestro margen fiscal es muy reducido.
Pero hay que decir que estamos viviendo de la nueva cultura económica europea. Desde el inicio de la pandemia, la deuda del Estado se ha incrementado en 170.000 millones de euros (casi 3.600 euros por persona), y prácticamente todo ese pasivo lo ha comprado el Banco Central Europea.
No obstante, existen los lados oscuros: las exigencias de una corrección de determinados desequilibrios, a cambio de la relajación de reglas. Las prisas de los Consejos de Ministros tienen que ver con estas demandas europeas y nos alertan de que, con la excepción del vehículo eléctrico, no parecen ser de gran calado.
Los números no son especialmente para notables alegrías, pero dice Garzón que a ustedes les va bien, pero son de derechas.