Trump está muerto, ustedes casi y los profetas abundan

03.03.2020

En economía no existe nada parecido a un director de alertas y emergencias. En consecuencia, nos tenemos que conformar con los habituales profetas.

Aunque hay abundantes modelos matemáticos al alcance de cualquiera, tampoco existe nada parecido a la predicción automática, por eso en economía abunda la libertad de expresión.

Esta mañana, mientras Fernando Simón trataba de tranquilizarnos, seis periodistas que no tienen ni idea de medicina, pandemias ni nada por el estilo, eso sí príncipes y princesas en el reino de la libertad de expresión, han narrado durante dos horas, minuto y resultado de la pandemia.

Ellos y ellas han aconsejado a las Comunidades Autónomas, a responsables políticos, a la Unión Europea y a cualquiera que pasara por allí sobre lo más acertado.

En economía también hay de eso y el más afamado de todos los profetas es Nouriel Roubini, famoso por haber anunciado la crisis financiera de 2008. Es cierto que Roubini hubiera acertado algo en algún momento: este profesor de Económicas en Nueva York predijo 48 recesiones. Soy como Iceta, él cuenta naciones, yo profecías.

Ayer, Roubini nos ha alertado de nuevo. "Esta es una epidemia global; el impacto será mucho mayor de lo esperado y la política monetaria no será capaz de actuar. Ese golpe tendrá consecuencias políticas,..., "Trump está muerto".

Mientras decía esto, la Reserva Federal bajaba los tipos y los bancos centrales, de Europa a Japón, repetían aquello de "whatever it take" (lo que sea necesario, que dijo el gran Draghi) y las bolsas subían.

O sea, que las empresas y los inversores se endeudarán con dinero barato para comprar acciones, mantener el valor de las bolsas y sus activos, a veces ineficientes, y ampliar las brechas de desigualdad. Un par de compañías saludables, eso sí, evitarán el colapso, cosa que tiene valor. Sin un clima de confianza y sin inversión pública ese dinero, sin embargo, no se traduce en crecimiento y consumo.

No es Roubini el único de los abundantes profetas. Tenemos a Rogoff, Stiglitz, entre otros, por no citar a gurús patrios, del reino de la libertad de expresión casi todos,

Ayer también, Rogoff decía que "no es pronto para reconocer que la próxima recesión global puede estar a la vuelta de la esquina". Stiglitz aseguraba que Estados Unidos "se encuentra en medio de una crisis de opioides, una crisis de diabetes infantil y una crisis política", mientras los demás, al parecer, estamos sumidos ya en una crisis ética, económica y política.

Lo cierto es que la economía andaba y anda bastante tocadita. Que las razones tienen que ver no con la globalización sino con su ausencia, en forma de crisis comercial y proteccionismos populistas; con transiciones energéticas poco planificadas (crisis del automóvil y devaluación de activos energéticos) y, muy especialmente, con la insuficiencia de rentas que debilita el consumo de las clases medias y trabajadores.

Es cierto que si la segunda economía del planeta se para, aquellos que vivían de exportar (Alemania, por un poner) corren riesgo de entrar en recesión. No es menos cierto que Italia estaba en recesión antes de que la zona rica entrara en emergencia epidémica o que España ya andaba cerca del 1,5%   antes del virus y no se esperaba mucho más

Pero no hay nada como una pandemia para poner en marcha el ágora y a los agoreros. Sí; las cadenas de suministro fallan (quitando a Zara y automóviles es improbable que el asunto le importe a nadie en España) y sí, lo que preocupa en nuestro país es el turismo.

Pero qué quieren que les diga, qué les importa a ustedes que venga gente si ustedes habrán sucumbido a la peor ocasión sanitaria que vieron los siglos. El mapa de puntos rojos se extiende inexorablemente hasta la puerta de su casa, lo dice el reino de la libertad de expresión.

No le quitemos importancia a la pandemia; especialmente pensando en las poblaciones más vulnerables a la neumonía. Pero, háganme caso, no dejen que la preocupación legitime a los bocazas

Nada peor para la economía que las profecías autocumplidas. Puesto que estamos en crisis y muertos, nada mejor que portarnos como si estuviéramos en crisis y muertos. La economía sufrirá, en China sufrirán y el resto del mundo pasaremos un mal rato.

Cuanto de malo no lo sabe nadie, pero ya andan pululando las cifras de la profundidad de la crisis venidera. ¿De dónde salen los números? ¿ De qué modelo matemático? De la abundancia de profetas. 

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