Siempre nos quedará la cabra
Vale, hubo un tiempo en que teníamos política exterior y de interior. O lo parecía. Así que podíamos reírnos de la cabra y su legionario e insultar a los guardias civiles. Progre, moderno y fetén de la muerte.
Días aquellos en los que nos escuchaban desde las Cumbres hispanoamericanas hasta Gaza, desde Berlín a París. Algún Solana la pintaba y España era el renaciente Sur.
Bien, las derechas cambiaron el rumbo, nos liaron en guerras a las que no habíamos sido llamados y nos enzarzaron en batallas con tradicionales amistades patrias. Pero había política exterior y podíamos reírnos de la cabra y su legionario e insultar a los guardias civiles. Progre, moderno y fetén de la muerte.
Pero llegaron las crisis, las venalidades, los tres por ciento, el alicatado hasta el techo de las cuevas de Alí Babá, a golpe de deuda para salvar bancos.
Se desvaneció todo lo que parecía sólido, empezando por la izquierda. Y nos pasamos a todos los lados oscuros, sin más crédito que nuestra capacidad para chupar crédito, mientras Europa se desvanecía, por echar una manita, entre populismos antimultilaterales, que pusieron en peligro sus propias instituciones y su moneda.
Y por si acaso dudábamos de que cierta decadencia nos corroía, el beso del Pangolín nos trajo, de nuevo, exhaustos.
La política exterior española se ha disuelto y la de la policía también. No hay marca, no la pintamos, se gritan consignas vacías de contenido, se etiquetan "hashtag" incomprensibles, que nos prometen grandes futuros para dentro de 30 años.
Mientras la ministra del ramo dice que pelillos a la mar y Marlaska manda en caliente a Marruecos a todo el que puede, "podemos callarnos" dicen las lideresas de Podemos, para no liarla con lo que era pecado de lesa patria, la devolución en caliente, hasta hace cuatro días.
Así que el asunto queda en manos de la ministra de la Defensa. O sea, de la cabra, el legionario y soldados que, por un poner, no tienen competencias, pero han resuelto el problema.
Por si no tuviéramos suficiente, mientras vuelve la "república no existe, imbécil", reaparece el fantasma fugado de Waterloo, traidor a los suyos y a quien haga falta, hospedado por el colonialismo europeo más reaccionario y repugnante que encabezó en África el Rey de los Belgas, para decir que Marruecos tiene derecho a tirar niños al mar, porque ese mar es suyo.
La señora ministra de Exterior, aun con cargo, sorprendentemente, no ha sido nunca diplomática ni experta en política exterior. Se dedicó al comercio internacional, que no es la misma cosa chalanear tarifas que resolver problemas políticos.
Al Señor Marlaska, a parte de sus conocidos odios y la exultante, quise decir insultante, gestión de la crisis canaria, se le da una higa lo que pasa, salvo cesar policías que le lleven la contraria. Con Marruecos, dice, todo había sido "fructífero".
La diplomacia marroquí es, probablemente, la más venal, sucia, pero eficaz de toda África. Y siempre les fue bien con el juego sucio, el uso del escudo humano, del que, además obtiene notables réditos, tanto de Estados Unidos como de España, el correspondiente Sátrapa.
Frente a profesionales de la cosa, nosotros ponemos pandilla de aficionados.
Secretitos de estado, sin notificar al Parlamento, para alimentar broncas internacionales. Mirada al techo, porque todo va bien, con treinta millones os lo apaño.
Un servicio de inteligencia incapaz de fotografiar autobuses preparados con migrantes. Plataformas marítimas expropiadas a Canarias que no se han defendido, Ceutíes al borde de un ataque de nervios a los que no se ayuda.
Ayuda Europea, de Frontex, ni pedida ni aceptada, porque somos así de chulitos. Todo va bien. Llegó el "Centinela del serrallo" y mandó a parar. Crisis terminada, devoluciones en caliente, vaciado de chavalería en Ceuta.
No pasa nada, la semana que viene unas maniobritas entre americanos y marroquíes pondrán las cosas en su sitio. España pagará la gasolina, si hace falta.
Ahora, en nombre de los derechos humanos, los niños marroquíes, separados de sus familias por la policía marroquí, serán repartidos por España, para darle vidilla a la derecha extrema y así Iván tendrá, de nuevo, la fotito de Colón que busca desesperadamente.
Y Abascal el rollito "Mena" que dar, lo que se dice dar, no da nada, pero insulta una vez más la inteligencia. 20 críos hundirán Madrid, lo dice ya Abascal, mirando hacia poniente desde su caballo.
Todo parece disolverse, pero no se preocupen: siempre nos quedará la cabra, su legionario y los guardias a los que ustedes pueden seguir insultando. Progre, moderno y fetén de la muerte, no se me quejen, que Robles se ha puesto firmes.
Aunque no hace falta, Margarita, ha vuelto el fantasma de Waterloo y su mesa redonda. Qué patria no se defiende con tal cosa. Los ceutíes ya están tranquilos y la cabra pace en el Tarajal.