Me hago japonés o chino, asunto de población
A veces, pocas, el cronista se sume en la duda. En una ocasión, fruto de unas elecciones europeas algo dramáticas, vacilé entre hacerme Verdadero Finlandés o Pirata, dos partidos europeos con escaño entonces, aunque no se lo crean. Otra vez, cuando una ministra de Zapatero, mientras esperaba el alineamiento planetario, anunció las virtudes de la deuda, dudé si lo mío era hacerme griego o jefe de Marsans.
En estos momentos, vuelvo a dudar. La razón es el envejecimiento y la baja natalidad. En el año 2022 la población española creció un pelín, un 0,2%, manteniéndose igual la población española y creciendo un 1,20% la población extranjera (datos INE, publicados hoy). Sí, poca densidad y población envejecida.
Ustedes dicen que España se vacía, pero qué es eso comparado con Japón o China. Demasiado grave para el mundo. Hay que movilizarse para salvar a las economías más grandes del planeta, que luego suben los precios y se desestabiliza el mundo global.
Sí, vale, suena a ironía, pero reflexionen, reflexionen.
Hay países que invierten en inmigración de talento por la vía de los salarios, los incentivos y la reducción de impuestos (Alemania, Estados Unidos e, incluso, Portugal). Hay otros que esperan que el personal pase de la patera a la Universidad (España). Los hay que han decidido expulsar talento (grandes los del Brexit). Hay otros que, gracias a su modelo de escuela y de privilegios para los nacionales, han conseguido que los hijos de inmigrantes odien donde viven (Francia) y quienes se cierran a cualquier inmigración (Japón, por un poner)
Fumio Kishida, presidente del Japón, ha pasado de político insípido a agorero en jefe. Ha lanzado una dura advertencia a japoneses y japonesas: o tenéis más hijos o arrastraréis al país a las profundidades del abismo. Los nacimientos en Japón cayeron por debajo de ochocientos mil el año pasado.
La población de la tercera economía mundial caerá en picado desde los 125 millones actuales a unos 88 millones en 2065, un 30% en 45 años. La tasa de natalidad es, prácticamente, la mitad de lo necesario para mantener la población. Las personas mayores de 65 años ya son el 28 % de la población.
El Gobierno ha intentado dos vías. Una, la grosera, "id a casa y multiplicaros" y, otra, incentivos financieros. Nada; un fracaso. Los jóvenes han dado la espalda a propuestas e incentivos por las mismas razones que en todas partes: la situación económica. Por otra parte, los conservadores japoneses, durante años en el poder, rechazan la inmigración.
No es bueno que Japón se vacíe. Así que quizá podría hacerme japonés. Pedro y sus sucesores pagarán mi pensión, no les costaré mucho a los japoneses y, aunque uno no está para reproducirse, podrían contar con un talentoso (alta autoestima aquí) inmigrante.
Pero, estimadas y estimados, si me preocupa Japón, cómo no preocuparme por Chima.
China ha entrado en un período de "crecimiento demográfico negativo", a pesar de los importantes esfuerzos del gobierno para revertir la tendencia. China ha comenzado un largo período de disminución de la población.
El Partido Comunista Chino tiene un pacto tácito con su población: la provisión de mejores niveles de vida, sin liberalización política, aunque sí económica. Es decir, cobran, pagan impuestos, pagan vivienda, mejoran su vida y pelillos a la mar. Hasta la pandemia el pacto funcionaba.
La relación entre la edad laboral y la dependencia en China aumentó del 37% en 2010 al 45% en 2021 , lo que significa que 45 de cada 100 personas necesitan apoyo.
Una población que envejece reducirá los ingresos fiscales de China y las contribuciones a las pensiones, todo lo cual afectará la medida en que el estado-partido puede proveer para su ciudadanía. Que esto ocurra en una economía determinante para la economía mundial es para preocuparnos.
Es una razón para hacerse chino, solo por solidaridad con ustedes.
La fuerza laboral de China se ha estado reduciendo desde mediados de la década pasada y la tasa de fertilidad está muy por debajo de la necesaria para mantener un tamaño de población estable. Pero las últimas cifras muestran que la tasa de natalidad ha seguido disminuyendo con bastante rapidez. Esta es una cuestión que pone en riesgo la contribución de China a la economía mundial.
O sea, que un ciudadano responsable como el cronista tiene que elegir que despoblación prefiere si la española, la japonesa o la China. O sea, "virgencita que me quede como estoy".
Para que engañarles, entre un país en que no me encontraré con nadie que haga un buen cuscús, otro que me meterá en la cárcel, que me conozco, o quedarme aquí sin saber si soy de los nuestros, la duda es razonable, pero mejor me quedo: al fin y al cabo, solo aquí hay tabernas, eso sí cada vez más vacías (juas, mejor). El cronista es excelente buscando pretextos.