La inteligencia artificial “alucina”

10.05.2023

Me estoy poniendo muy pesado con la Inteligencia Artificial (IA), lo sé. Lo sufre mi amigo y experto en la cosa "cyber", Carlos Lillo, cuya revista y programa radiofónico son referentes en el sector.

La IA, se dice, acabará con la pobreza, es la nueva promesa utópica. Curará todas las enfermedades. Resolverá el cambio climático. Hará que nuestros trabajos sean más significativos y emocionantes.

La IA dará rienda suelta a vidas de ocio y contemplación, ayudándonos a recuperar la humanidad que hemos perdido, a causa de la mecanización del capitalismo tardío. Acabará con la soledad. Si les parece poco, sepan que nuestros gobiernos serán racionales y receptivos a nuestras demandas. Quién dirçia que no a tal paraiso.

Comprenderán que ante tanta promesa me ponga, otra vez, escéptico. Lo que en realidad estamos viviendo es que las empresas más ricas de la historia (Microsoft, Apple, Google, Meta, Amazon...) se apropian unilateralmente de la suma total del conocimiento humano que existe en forma digital. (Sí; sus guasap, también)

Conocimiento que los robots guardan dentro de productos patentados (me molesta que mis ingeniosas frases acaben gratis en algún trabajo escolar de gratis, para que engañarles).

Dentro de las expresiones que uno va aprendiendo, por aquello de que un cronista tiene que aprender de todo y epatar a los demás (que hay que ir de listo en tertulias y blogs, excepto en la mía, dónde todos son más listos que yo) hay una centrada en la palabra "alucinar".

Este es el término que los arquitectos y promotores de la IA han elegido para caracterizar las respuestas proporcionadas por los "chatbots" que están completamente fabricadas o son completamente incorrectos.

O sea, si le pides a un robot una definición de algo que no existe y, de forma convincente, te da una respuesta, con notas al pie de página inventadas, eso es una alucinación

¿Por qué llamar a los errores "alucinaciones"? ¿Por qué no llamarles basura algorítmica? ¿O, simplemente, robot empastillado con LSD?

Al apropiarse de una palabra utilizada en psicología, sicodélía y diversas formas de misticismo, los promotores de la IA, al tiempo que reconocen la falibilidad de sus máquinas, alimentan la mitología de dar a luz una inteligencia animada a punto de provocar un salto evolutivo de la especie humana.

El yerno de Marx, Paul Lafargue, escribió un manifiesto titulado "El derecho a la pereza"". Que el capitalismo persista en disolverse no es culpa de este cronista. Claro que, si nadie trabaja, el salario que dé sustento, pues que lo paguen las empresas digitales. Cosa del populismo más radical, pero a la que no le falta criterio, visto lo que se nos viene encima.

Vivimos bajo el capitalismo y, bajo ese sistema, los efectos de inundar el mercado con tecnologías que pueden realizar las tareas económicas de innumerables trabajadores y trabajadoras no es que haga que esas personas, de repente, sean libres para convertirse en filósofos y artistas. Significa que esas personas se encontrarán sin empleo. Periodistas, creadores, comunicadores, serán los primeros en caer.

Las "alucinaciones" (la verdad está en duda) están en marcha en el mundo de la IA, pero no son los robots los que las tienen; son los directores ejecutivos de la tecnología quienes las impulsan, junto con un ejército de fanáticos.

La IA nos salvará, se dice. Sin embargo, esta puede ser la primera alucinación: los servidores gigantes que hacen posibles los ensayos instantáneos y las obras de arte de los "chatbots" son una fuente creciente de emisiones de carbono, como lo son las monedas virtuales y las granjas rusas o chinas de servidores.

En segundo lugar, a medida que empresas como Coca-Cola comienzan a realizar inversiones para usar IA para vender más productos, es evidente que esta nueva tecnología se utilizará de la misma manera que la última generación de herramientas digitales: la publicidad.

Las promesas sobre la libertad y la democracia terminan en publicidad dirigida a que compremos más cosas inútiles.

Hay otra cosa de la que otro día debo hablar (sí, es una amenaza): cuanto más se inundan nuestros canales de medios con falsificaciones profundas y clones de varios tipos, más tenemos la sensación de hundirnos en el final de la información veraz.

La "alucinación" evoca un futuro en el que los políticos y los burócratas, aprovechando la gran inteligencia agregada de los sistemas de IA, pueden encontrar beneficios para sus electores: miedo debería darnos.

Hay que decir que las firmas contratadas por los gobiernos, para reducir costes despidiendo a un gran número de trabajadores, han sido las primeras en subirse al tren de la IA. PwC ( Price Waterhouse Coopers) ha anunciado, junto a Deloitte, inversiones para que sus clientes sean más "eficientes". Los mercados, antiguos o nuevos, deben ser regulados. Pero se van a resistir.

Luego dirán que es el cronista el que alucina. No; la Inteligencia Artificial alucina.

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