En busca de la deuda zombi
Si usted gobierna un país que no tiene moneda, es fácil tener ideícas, hincharse de valentía. Si usted, por el contrario, es de un país con moneda, pongamos Argentina, y sugiere que la deuda no debería ser devuelta su moneda se derrumbará, los capitales se fugarán y nacerán unos cuantos corralitos.
Que la presidenta del PSOE y el responsable de economía de Unidas Podemos hayan suscrito un manifiesto que recorre Europa no tiene especiales costes. Si el euro cae, será problema de los que importan, de los alemanes, que pagan y cosas así, mientras el Banco Central sigue comprando deuda española y la Unión enviando subvenciones.
Quizá, sugerir que las deudas públicas pueden ser olvidadas puede no ser muy responsable. Podríamos debatir cosas concretillas y cercanas: ¿Deberán las empresas devolver sus ICO? ¿Deberán las Comunidades Autónomas devolver los créditos del gobierno? O cosas parecidas y con similares argumentos.
Era, de todos modos, inevitable que los mismos productores de "No hay margen fiscal, vete a Alemania Pedro" nos presentaran la secuela necesaria: "En busca de la deuda zombi". En lo que es un reconocimiento de que la economía española no generará recursos para pagar el endeudamiento.
Hoy decía la Unión Europea que el saldo primario español (la diferencia entre ingresos y gastos) no dará para pagar la deuda en una década.
Una deuda perpetua, es decir una simple anotación contable y sin intereses, es el sueño de hace décadas de los departamentos de economía crítica al que, encabezados por Piketty, el más famoso de los firmantes, se han sumado casi todos y todas los que se subieron al autobús que viajó a Grecia para ayudar a Varoufakis a destrozar a Grecia y a su izquierda.
No corran a decir que son una insensatez, aunque lo son. Conviene atender a estas propuestas porque, en realidad, esconden de soslayo algunos y peligrosos artefactos.
Que el dinero no tiene valor, que los precios no indican nada y que los Bancos Centrales pueden darle a la maquinita del dinero para pagar deuda es un mito de la llamada Teoría monetaria moderna.
Teoría que no lo es, porque se basa en gurús más que en estudios. No es monetaria, porque desprecia el dinero y los precios. No es moderna porque, desde los arcontes griegos a los emperadores Austrias ya practicaron lo de no pagar deudas, expulsar acreedores y envilecer la moneda cuando esta carecía de valor. Cosa que por cierto no ayudo a los pueblos sino que vació sus ollas.
Más allá de que sea ilegal - las cosas ilegales pueden dejar de serlas-, lo que esconde esta propuesta es el deseo de acabar con el euro, cosa en la que no creen ninguno de los firmantes del manifiesto, sorprendentemente el ala radical socialista incluida.
Sin un Banco independiente que la respalde, sin atracción de capitales e inversores, emitiendo dinero todas las mañanas para pagar deudas, la moneda única dura medio día y la devaluación de todos los activos denominados en euros, es decir todo el patrimonio europeo, es inevitable.
No es, por otra parte, cierto que liberarse de deuda la convierte en inversión. Eso no ocurrirá por dos razones.
Una porque sin las transferencias europeas, la fiscalidad española no da para pagar ni deuda ni gasto.
Porque el ingente endeudamiento del año pandemia alcanza los 113 mil millones, serán más al año que viene, sin que la inversión supere los treinta mil millones nueva en 2021, si llega el dinero europeo.
Por otro lado, hay una razón por la que los firmantes españoles no le tienen miedo a pedir que la deuda sea zombi: ya no es verdad lo que se decía antes - Piketti suele repetirlo, a partir de sus estudios sobre el Siglo XIX, - que los ricos prestan para ganar intereses, en lugar de pagar impuestos.
De los 113 mil millones de 2020, el BCE tiene en su poder el 80%. Para que me entiendan: hay una razón para que los españoles de izquierda de verdad verdadera estemos dispuestos a defender la deuda zombi: la pagan los alemanes, porque de ese dinero, no hay ni un euro de deuda mancomunada todavía.
Que interés pueden tener alemanes o austriacos en una eurozona donde España, Italia, Francia o Grecia no pagan y solo reciben. Esta es la cosa: los que defienden la deuda zombi, tampoco quieren la Unión Europea.
También, aunque no por último, debemos entender bien lo que quieren decirnos Cristina Narbona (PSOE) y Nacho Álvarez (Podemos): no hay dinero para pagar la deuda, ni para ir más allá de las subvenciones europeas: o sea, que se subirán los impuestos.
En suma, hay más artefactos escondidos que posibilidades reales de suspender la deuda. Por otro lado, endeudarse con tipos de interés tan bajos, y eso parecer ir para largo, no es el problema: el problema es que, a pesar de su nivel, el endeudamiento no produzca crecimiento. Sospecho que el debate no es sobre la deuda, sino en que la estamos utilizando.