En 1975 nos faltaban 591 muertos para la libertad
En 1975, los únicos demócratas libres eran los que permanecían en el exilio o no habían nacido. En 1975 nos pasamos nueve meses esperando "Al alba" en que se producirían los últimos fusilamientos del franquismo. En 1975 se aprobó la ley de terrorismo y bandidaje que calificaba de comunista y terrorista a toda oposición.
En 1975, faltaban dos años y seis meses para las primeras elecciones libres. En 1975 faltaba más de un año para la Ley de la Reforma Política de Suárez, que la oposición consideró insuficiente – absteniéndose en el referéndum- y que no consideraba la legalización de los partidos políticos. En 1975 ni el cronista ni sus conmilitones eran libres. En 1975 algunos áulicos lideres de la izquierda llamaron "Breve" al futuro jefe del estado.
En 1975, los fascistas y la dictadura tenían tiempo de atacar impunemente a demócratas, de ir cargando pistolas para asesinar a los abogados de Atocha, las fuerzas de orden público asaltaban sin pudor ni proporción las manifestaciones. En 1975 solo eran libres los fascistas
En 1975, nos quedaban los muertos de Montejurra, también al "carnicerito" que presidia el Gobierno le quedaban seis asesinados en Vitoria y más de un centena de heridos. En 1975, el cronista y sus conmilitones no eran libres, eran apaleados en el paseo de la Independencia zaragozano (entonces Avenida de Josá Antonio), cuando reclaman libertad, amnistía y Estatuto de Autonomía
En 1975 nos faltaban 591 muertos para la libertad (Sánchez, M -2018-. La transición sangrienta. Península). Si alguien quiere contar la historia que la cuente, pero mientras quede vivo algún demócrata, antes de que Pedro Sánchez y el "Ministerio de la Verdad" cambie la historia que lo cuenta, tenemos una obligación: contar que, en 1975, los únicos que gozaban de libertad eran los fascistas.
Tienen ganas los actuales próceres de ignorar la dureza la transición, de reseñar que la libertad se ganó con un abuelo en una cama deponiendo "heces en forma helicoidal", de reconocer que La Constitución y el llamado régimen del 78 no existieron, porque la libertad se ganó en el Pardo, con el marqués de Villaverde (Bordiú) haciendo fotos.
Hay ganas, también, de no contarnos que la democracia costó un enorme sacrificio y que el año que murió Franco nadie garantizaba la libertad. Que los socialistas no estaban con el conjunto de la oposición (Junta Democrática) y que ugetistas y socialistas habían aceptado una democracia sin legalización del PCE, hasta que los fascistas – al parecer cuando todos éramos libres- asesinaron a los abogados de Atocha.
"La libertad es algo que sólo en tus entrañas bate como el relámpago", escribió Miguel Hernández. Ignoro que parte de sus entrañas ha elegido Pedro Sánchez para que bata su libertad.
Las mías no eran las testiculares, las entrañas por mí elegidas eran las de todos y todas: las del nudo de miedo en el estómago, la del corazón que te dice lo que hay que hacer, la de la memoria de los que, sí, en 1975, estaban en las cárceles. Un miedo que duro hasta el 83, por lo menos.
En los 80 secuestraron y mataron los fascistas a Yolanda, que protestaba, como muchos hacíamos en la calle, por el asesinato policial de otro estudiante en aquellas fechas. En los 80 vivimos amenazados por los terroristas y los ruidos de sables.
No; no llegó la libertad lo diga Agamenón y el consejo de porqueros, en 1975.
Nunca le interesó al PSOE contarnos la historia. Quizá por la debilidad de su presencia. Felipe González pudo dejar "Una España que no la conocería ni la madre que la parió", pero antes, pudo además de inventar la EGB, fuente de nuestros muchos males, contarnos la historia. La del fascismo que se alargó hasta que los carniceros pudieron. No, el cronista no era libre en 1975 y ustedes tampoco.
Uno puede entenderlo. Hay que tapar muchas vergüenzas, pero hay formar elegantes de hacerlo. Cantar "Libertad sin ira", celebrando el 1975, es un sarcasmo que produce ira entre los que desean ignorar la historia, y algunos de cuyos padres fundadores poseían las calles, pero también, entre los que modestamente, sin la intensidad ni sufrimiento de nuestros veteranos, hicimos lo que pudimos para empujar la historia.
En 1975, como siempre, la historia la hacían los pueblos y, entonces, nuestro pueblo no era libre.