El tardío pavor demócrata y el negacionismo republicano
Kamala Harris ha reducido, en un día, cuatro puntos de distancia en las encuestas con Trump y recaudado casi cien millones. Probablemente no es por su calidad ni por su discurso, sino por el alivio que ha producido a los demócratas la retirada de Biden; su tardío pavor se ha convertido en respiro.
Los candidatos a Congresistas y a la renovación de la parte del Senado han respirado algo, que ya se veían arrastrados por la onda del republicano. El episodio recuerda un poco a ese personaje de Macbeth que le dice el rey Duncan: "Nada en su vida le ha sentado mejor que dejarla".
Joe Biden tras haberse aferrado a su posición, finalmente, con deterioros varios y enfermo, hizo valientemente lo correcto y honorable.
El politólogo Luis Blanco (no odioso por sus ideas, sino por irse - imperdonable- a pasear a la playa del Sardinero, con temperatura norteña) ha señalado, certeramente, lo ocurrido como una anomalía del sistema de partidos norteamericano, donde élites y donantes, pintan más que afiliación, votantes e inscritos.
La gran pregunta del momento es si Kamala Harris, la heredera elegida personalmente por Biden, podrá resurgir de las cenizas de una presidencia quemada.
Para los votantes independientes e indecisos de Estados Unidos, Harris no es Donald Trump. En lugar de un duelo entre dos viejos gruñones, pronto se les presentará una nueva opción. Incluso lo que parece su debilidad, podría ser una ventaja.
Puede parecer poco cualificada, aunque probablemente no menos que los señores a los que pretende sustituir. Es creíble, dado el carácter del republicano, que se dedique a atacar su raza y género. Pero las dos victorias electorales de Barack Obama sugieren que esto no necesariamente sería bien recibido por los votantes, aunque es cierto que la polarización social es distinta en este momento.
Estados Unidos seguramente está listo para una mujer en la Casa Blanca, las antiguas minorías étnicas, hoy menos minorías, quizá pueden vencer o casi empatar con los llamados derrotados por la globalización o los viejos estados industriales hoy en declive.
Sobre la experiencia de la candidata, habrá que recordar que Biden, inicialmente, le endosó el cáliz envenenado de la crisis fronteriza con México; sus críticos afirman que fue deliberadamente: era insoluble.
La política americana también está plagada de divisiones sobre el aborto y la delincuencia. En lo primero, Harris ha sido una activista franca. En lo segundo, ha escrito un libro bastante moderado. La gran duda para sus votantes más jóvenes es que, siendo proisraelí, si se alejará en la campaña de la guerra de Gaza
La tarea de Harris es la de fundir un partido demócrata destrozado en un instrumento capaz, si no de detener a Trump, al menos de elegir un Congreso capaz de frenar sus ambiciones más descabelladas.
Las líneas editoriales europeas y las cancillerías han apostado por Harris antes de que esta sea nominada. No debería ganarse antes de jugar la partida. Borrell ha sido más prudente que otros y otras.
Trump tiene, eso sí, que cambiar su campaña. Ahora, el viejo es él. Y lo previsible es él y las malas compañías, rusas o chinas, son las suyas. Es cierto que en los primeros cinco minutos de su discurso en la Convención republicana parecía distinto. Pero se recuperó estupendamente enseguida, no crean.
Dentro y fuera del salón de la Convención, quedó claro en los discursos el negacionismo electoral: que persisten las dudas sobre las elecciones de 2020 y se anuncia la posibilidad de otro voto "robado".
La referencia más directa a una elección robada en 2020 se produjo en un video pregrabado de Trump. Fue solo uno de los dos videos que se repitieron.
"Lo más importante que tenemos que hacer es proteger el voto. Hay que estar atentos porque esta gente quiere hacer trampas y las hace, y, francamente, es lo único que hacen bien", decía Trump en el video.
Los oradores republicanos evitaron referirse directamente a los resultados de las elecciones de 2020 y, en cambio, enfatizaron repetidamente la amenaza del voto de los "no ciudadanos", que es bastante escaso y, sin embargo, se ha convertido en un mantra del relato republicano en torno a las elecciones.
En la Convención, no había muchas dudas de que las próximas elecciones podrían ser amañadas. Soñando con la campaña de Biden y la sólida posición de Trump en las encuestas, se alimentó la creencia de que cualquier victoria demócrata sería ilegítima. Ahora, sin Biden, habrá que ver si el relato republicano se mantiene.
Los republicanos dicen que están formando un ejército de observadores electorales para supervisar las elecciones de este año. También han designado una abogada que se enfrenta, precisamente, a cargos penales en Arizona, por su participación en el esquema de los falsos electores, para que dirija los esfuerzos de litigio del partido.
El negacionismo persiste. Los demócratas han cambiado el paso, pero los republicanos siguen por delante. Harris tendrá dinero y apoyos "woke" y artistas y otros candidatos y candidatas.
En Europa podemos creer que hay partido, pero deberíamos seguir preocupados con Trump, Putin y Xi Jinping. Mientras tanto, vigilemos a Orban, que tiene lo suyo.