El solomillo sintético

19.02.2021

"Perseverance" ha amartizado. Dicen que busca, vivos o muertos, marcianos. Hay quien piensa que para eso igual bastaba con pasearse por Barcelona o Madrid a determinadas horas. Quizá, por ello, Sánchez ha roto su silencio para afirmar que "la violencia es inadmisible en una democracia plena". Daría para análisis la frase, polemizando, fíjese usted, con Iglesias.

Pero hoy es viernes y como llevan con el cronista más viernes que con los raperos sabrán que, en día tan señalado, el jefe de la Clicktertulia, Don Juan Ignacio Ocaña, nos tiene dicho que de cosas sesudas nada. Los CEO aplauden la decisión y pagan la ronda del "afterwork" (no cuela, no hay tal cosa).

Sin análisis sesudo no tendré más remedio que comentar lo que, sin duda, es la noticia de la semana: dice Bill Gates que deberíamos comer solomillo sintético.

Bill Gates nos salvó la vida amigas y amigos míos.

Quién le iba a decir a usted que esas ventanas tan monas cambiarían su vida. Le permitirían escribir su obra magna, ordenar su vida y sus pensamientos. Quién le iba a decir que podría enviar correos a donde no llega Correos y hablarse con gente en los confines de la tierra.

Bill Gates no solo le permitió aprender palabras nuevas, desde chat hasta web, sino que a algunos, no a usted naturalmente, acaso a su cuñado, les permitió piratear libros, música y cine e incluso, ya sabemos cómo es su cuñado, ver películas porno.

Gracias Bill eres grande, muy grande,

Pero Gates no solo salvó nuestro pasado: quiere salvar nuestro futuro. Ha tenido una idea brillante: tras observar a nuestro maltratado planeta y los virus que nos amenazan, junto a los efectos perversos del consumo de carne ha decidido meterse a arbitrista y ha tenido la idea que cambiará el mundo: el solomillo sintético. O sea, de plástico.

Ustedes conocen mi debilidad por los arbitristas, especialmente por los aragoneses. Uno de ellos, Miguel de la Balsa, mi favorito, cuyo nombre he usado a veces a modo de seudónimo, tras analizar las maltrechas agriculturas oscenses emitió memorándum al rey, proponiéndole que se prohibiera a los tordos franceses cruzar la frontera.

Como hacer tal cosa no es cuestión de cronistas o arbitristas, que no estamos para detalles menores. Tampoco creo que Gates sepa cómo se hace un solomillo de plástico, pero alguien habrá que por módico estipendio lo haga, seguro.

Les anuncio, pues, la carne in vitro, el "foie gras" a partir de células de huevo de pato. Sin alimentar al pato y sin matarlo. O sea, les anuncio el fin de la oca que, desde el imperio romano, adornó nuestras granjas; el final del buey, el ocaso del torrezno.

Nace la carne celular, que permitiría crear alimento cárnico gracias al cultivo de células madre animales, sin pasar por la cría intensiva y la matanza. Igual, saber a carne no sabe, pero es lo que hay, dice Gates. Se acabó el jamón y los guisos de su abuela. A los chefs, tranquilos, no les pasará nada, harán lo mismo que hacen ahora

Suero de ternero fetal, células madre musculares de un buey, estimulación eléctrica en biorreactores y, como hay que pensar en la comercialización, jugo de remolacha, tenía razón Ruben Lagarejo cuando lo proponía como condimento, para darle a este filete de laboratorio su color rojo.

La carne de laboratorio no solo rompe el vínculo milenario entre la comida humana y la matanza, sino que también separa radicalmente la carne del animal en sí.

Ya no nos tragaremos el muslo de un pollo singular criado en un afamado corral, sino material celular, reproducido indefinidamente en un tubo de ensayo. La denominación de origen ya no pertenecerá a una comarca sino a un laboratorio.

Estimado Señor Gates, hay cosas, se lo advierto, con las que no se juega. La barbacoa es mucho más que un aporte de proteínas, mucho más que una tradición culinaria: es un pilar de la sociabilidad humana.

Comer es, también, compartir una historia y símbolos; es confirmar que el ser humano es en verdad capaz de administrar la naturaleza. La carne es una institución, una cultura, una ideología. Roland Barthes, en la década de los cincuenta ya dedicó una de sus Mitologías al bistec y las patatas fritas. Por algo será Bill, por algo será.

Es cultura. Imaginen que nuestra crítica de cine favorita, Silvia Garcia Jerez tiene que comentar Harry encontró a Sally sin la escena del pastrami. Imaginen que no hubiera hamburguesa en Pulp Fiction, que no pudiéramos invitar a idiotas a cenar.

Imaginen que no se rodaran las infinitas escenas de comida - o su ausencia- de Charlot. Gates no sabe qué platos comería Juncal, haciendo de Paco Rabal, o al revés que nunca se supo.

Así nos quiere Gates buscando tordos, solomillos, huevos y tocinos en los museos, mientras en sus laboratorios fabrican plástico alimentario.

Quizá enseñarnos a comer sano, de forma sostenible sería mejor que comer plástico.

Estimados y estimadas enmascaradas, no se depriman, sonrían bajo su máscara, y mientras se protegen, caminen hacia su carnicero y cómprenle un solomillo, igual no salvan el planeta, pero el salvan el negocio y se salvan a sí mismos.

(Clicktertulia. 19 de Febrero de 2021)

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