El Popular, mutis final

16.07.2019

El Popular se merece una última crónica y este cronista quiere dársela. El Popular ha muerto; viva Botín. El Banco Popular ha dejado de existir; el Santander ha comunicado que ya ha sido totalmente absorbido. Más de tres millones y medio de clientes, 1.600 oficinas, más de 15 millones de contratos del banco desaparecido son ya completamente del único banco colorao que queda.

El Santander compró el Popular, el sexto banco del país, por un euro y resultó que no estaba mal de solvencia. El ERE de ambos bancos se financió con recursos del Popular. Y lo que parecía tóxico, una vez vendido, ha generado al Santander una plusvalía milmillonaria. Para los clientes no tan estupendo: en el cambio a la afamada cuenta 1,2,3, les redujeron la rentabilidad .

El Popular ha sido un éxito para el Santander que ha recibido algo de lo que el Popular podía presumir: una cartera de pequeñas y medianas empresas envidiable y una banca de cliente, una cultura bancaria desconocida por el Santander, una típica banca de producto.

Ron y Saracho, los últimos presidentes, lejos de la cultura bancaria de una saga de banqueros bastante notable, tienen mucha responsabilidad en lo ocurrido. Eso sí, no está tan claro que la experiencia piloto que el BCE inició con el Popular haya servido para mucho. Hay un soberano lío jurídico con este asunto, pero esa será otra historia.

En 1926, el ingeniero de minas y político del Partido Conservador Emilio González Llana fundó el Banco Popular de los Previsores del Porvenir, quien dijo que fundar un banco no era un ejercicio de poesía. Aunque no tan brillante como las creaciones de nuestro Jose Maria Triper, el nombrecito tenía su cosa.

La entidad pasó a ser el prosaico Popular Español, desde que en los años cuarenta cayera en manos catalanas, cosas que tiene la historia.

A principio de los años cuarenta un grupo liderado por el industrial catalán Félix Millet tomó el control de la entidad..

Millet, de profundas convicciones religiosas, tuvo como mano derecha al supernumerario del Opus Dei Juan Manuel Fanjul. Este facilitó el acceso a posiciones de poder a miembros de la obra que alcanzaron la cúpula con los Valls Taberner, presidentes del banco desde 1972 a 2006.

A pesar de este origen y de la conservadora cultura bancaria de la entidad, la democracia española tiene una deuda con el Popular. A partir de 1977, prestó a todas las formaciones políticas democráticas, incluido el Partido Comunista de España, que pudieron con ese dinero afrontar las primeras elecciones democráticas.

Una discreta oficina, apenas sin personal, en la madrileña calle del Marques de Casa Riera, a espaldas del Círculo de Bellas Artes, coordinaba la prestación de dineros a las formaciones políticas españolas, sin distinción ideológica.

Las cosas son como son. Por mucho que Sabina busque a su amada en una esquina del Hispano Americano, nadie echa de menos a un banco. Créanme: el día que permitimos que los bancos dejaran de regalarnos ollas para cocinar, nació una irremisible desconfianza.

Noventa y tres años después, el Popular ya no estará en las calles. La desconfianza y un euro tuvieron la culpa; los accionistas del Santander encantados.

Este cronista, ese día, sí tenía un euro, pero nadie quiso venderle el banco: quizá por eso soy feliz; ser banquero se está poniendo insoportable.

(crónica ClickradioTV, Martes 16 de julio de 2019)

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