El Pinchazo

31.03.2021

"No hay pico pa tanta gente", hubiera dicho Celia Cruz al ver la explanada del Wanda. Tras la nieve, vendría el pinchazo, en plan ochentero: era lo prometido y, a rastras y muy lentamente, se va cumpliendo. Mi "pico" ha sido colectivo, casi en plan hippie .

Debemos reconocer que hay dudas sobre si el camello británico ofrece la mezcla adecuada. Pero, para qué engañarse, con un mercado tan desabastecido, solo un 6,5% de españoles y españolas han sido inmunizado con vacunación, no sería muy solidario elegir vacuna cual si fuera un restaurante.

Me han puesto "el pico". Antes que mi suegros, que rondan los ochenta y alguno anda operado de cáncer, cosa de que, a diferencia de Alemania, donde sí, aquí la de Astrazeneca no es para mayores de 65.

No es un gran pinchazo, ni un gran viaje; aunque sí da opara un poco de espera. Dos horas y media, para ser precisos. La secretaria de estado de Defensa ya ha protestado: verse llamada a hacer cola con el pueblo, como inmigrante rodeando ministerios para pedir papeles.

La experta en inteligencia no ha encontrado los diecisiete mil puestos propuestos por Sánchez y, como aquí se advirtió, ha acabado en un estadio, como si fuera yanqui, por dios, por dios. Qué malvada es Ayuso, y además facha, por supuesto, por supuesto.

Caminar, sí se camina. El cronista ha recorrido el excelente asfalto del Wanda, caminado por luminoso pasillo, encontrado a amabilísimos vampiros, pinchado por una princesa de las jeringuillas, miras al techo, descansas en sillas del segundo mejor estadio del mundo y pasas a ser una estadística.

Ir al Wanda, confieso, era el pero que le ponía yo a Ayuso, hasta que descubrí que, en realidad, Simeone no nos ha ganado nunca en el Wanda, Por si acaso, al recibir el ponchazo he gritado: ¡Hala Madrid! Hasta el final, es lo nuestro.

Aquí me tienen, pues, pinchado y sin efectos aparentes, por ahora. No se preocupen, toda familia y amigos del lugar han llenado mi botiquín como el de una ONG.

A estas alturas, el objetivo de vacunación no se cumplirá hasta el verano de 2022. Para cumplir el objetivo de nuestro gobierno y de la Unión Europea, deberíamos vacunar a 198 mil personas por semana y andamos por los 70 mil.

Sostiene Darias, que propuestas tiene varias, que ahora en primavera cuadriplicaremos el ritmo. Sea, aunque al verano no llegaremos, me parece a mí. Hay que decir que, según el CIS, tenemos un 16,5% que rechaza la vacuna, lo que para una tasa de gilipollas esta bien.

El pinchazo no deja de ser una victoria humana sobre el bicho. El murciélago que besó al pangolín no sabe la que lío. Y, probablemente, nosotros y nosotras no sabremos nunca cuándo empezó todo. Cosa de transparencia china.

Como teníamos los frigoríficos llenos de Asrtrazeneca, la pócima de Oxford, hay que sacarle partido y pronto. Y eso mejorará el panorama del ritmo de vacunación. No salvaremos las vacaciones de verano, pero, al menos, iremos tirando.

Pincharse en Miércoles de Pasión es como ser un empalado, un penitente, un castigo por los pecados contra la naturaleza que el ser humano comete. Y por creernos los mejores del mundo en casi todo, cuando en realidad estamos de la mitad para abajo.

En fin, mis queridas y queridos enmascarados, hay que pincharse. Siempre es mejor el pinchazo de una princesa de las jeringuillas - allí en el puesto 2 - que un beso de un murciélago o un pangolín.

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