El enredo de Doña Inés y el coste de la tontadica
Estamos de pandemia; no estamos de parranda. Eso se creía usted. Que lo importante es que la infección más que bajar se estabilizaba y que faltan unos 285 días para que se cumpla el objetivo de vacunas. Craso error. Que la cosa es si nos soltaban en San José o en Semana Santa. Tontadas suyas, señor y señora mía.
Estamos de parranda política. Doña Inés, dispuesta a salvar a los restos de su soldadesca ha decidido poner patas arriba sus acuerdos políticos y hacerle unos mimos a Sánchez en tierras de Murcia.
Murcia no solo vale una misa, vale unos michirones para cada español o española, si se tercia. Pero, ya puestos a hacer desaparecer a los restos de su partido, mejor en elegante momento electoral que en día en que andamos pidiendo pinchazos, como si estuviéramos en los ochenta. Hoy ha muerto gente. Pero eso no parece importar.
Ciudadanos no quiso ser lo que pudo ser. Rivera quiso ser califa en lugar de los califas y condenó a su partido, aparentemente reformador y portavoz de la nueva política, a ser polvo de la historia.
Condena que Arrimadas ha ratificado, convocando a la salvación de cada cual en manos de quienes quieran, preferiblemente del PSOE que, de forma atenta y profesional y como manda la tradición, se ha puesto a disposición. Ya tenía ganas Sánchez de lanzar un recadito de derechas a los asintomáticos coaligados.
Que los del PP en general y Ayuso en particular no se dejen, es cosa que solo puede sorprender a Aguado, que lleva esperando meses que el ánima áurea de Gabilondo se le aparezca. Hoy Errejón y Gabilondo se han hecho una moción. A buenas horas.
Todo muy responsable. Cambiar el mapa político a mitad de partida, en plena pandemia, y el que "más chifle, capador", es un enredo de Doña Inés que, pagará la ciudadanía, eso sí, un poco después de ella y la dirección de su resistente partido.
Aguado ya no podrá enredar con Cepeda. Gabilondo no ha tenido tiempo de irse donde quería y Cepeda y Franco no han tenido tiempo de preparar el zascandileo. Socorro, Margarita, gritan a la ministra Robles, de nuevo los socialistas, a la búsqueda del líder madrileño perdido.
Gabilondo reaparece para censurarse a sí mismo o al PP por no haberle pactado lo de Defensor del Pueblo. Más Madrid, que será de Madrid, pero viene siendo menos de lo que era, también censura. Mociones ambas que han sonado a postureo y que acabarán en el Constitucional.
Aguado ha visto la sonrisa de Villacís y se le ha helado la sangre y todo lo demás, mientras los colegas andaluces dicen que con ellos no va y los de Castilla y León no saben si con tanto ruido van a enredar con los socialistas que, también, se han animado a la censura.
Que no nos falte nadie en la fiesta. Querían ustedes acuerdos políticos de estado, atención a los fondos europeos, detalles sobre los fondos de Sánchez a las empresas. En plenas campañas electorales y maniobreo político. Que grande Arrimadas, pero qué grande eres.
El enredo de Doña Inés se pagará con la desaparición de Ciudadanos, cosa que a ustedes y a mí, ya nos importa poco. Pero el coste será, sobre todo, el sacrificio de ciudadanos y ciudadanas que observaremos atónitos el baile de estrategias políticas. Es lo que hay.