El centro nos modera a todos

29.04.2019

La indecisión era moderada. Quizá convendría recordar que el centro político no es la primera vez que nos echa una mano. Cuando la emergencia es económica, el centro vota conservador; cuando es ética, el centro vota centro izquierda. España es así: prefiere pagar con algo de inestabilidad y sufrimiento las libertades que hemos conquistado.

El centro ha dado mayoría a Sánchez, hunde a Casado, fugado a una absurda competencia con Vox, y hace irrelevantes a todas las formaciones radicales de cualquier signo. El PSOE gobernará solo, se apoyara en una amplia mayoría en la que podrán prescindir de independentistas, reducidos eso sí a una notable influencia en sus feudos, apenas moderada por los socialistas, pero sin capacidad de determinar presupuestos o legislaciones y sobresaltos varios en Madrid.

El populismo ultraderechista obtiene lo que siempre dijeron las encuestas que tenía, un 10% (más o menos el error de muestreo). Es lo que siempre tuvo, escondido en las entrañas del PP. Han matado al padre, pero su porvenir como populismo emergente es dudoso - tendrá que atar alguna presencia municipal y autonómica-, pero su capacidad de contaminar la política española es poca o ninguna.

Las alarmantes previsiones de escaños de ultraderecha eran, en primer lugar, imposibles con la Ley d´Hondt en la mano y, sobre todo, eran ruido para movilizar a los votantes socialistas y moderados y para asustar al votante de Podemos que ha regresado a la casa del padre.

Desde 2014, Podemos ha perdido los dos millones doscientos mil votos que han pasado al PSOE, cantidad que en las locales se fragmentará. Ha perdido las posiciones de interlocución en Cataluña y se ha debilitado en Galicia y Pais Vasco. En todos los casos, a favor del PSOE. Quizá por eso, Iglesias ya no quiere cambiar el mundo, sino cambiar despachos. Bienvenido a la casta democrática, pues

El PP paga, al fin, la boda de la niña de Aznar y su cortejo, los fastos valencianos y el ominoso vaciado de la caja B. La derecha deberá refundarse y deberá hacerlo, guste o no, hacia el centrismo, que se ha refugiado en el PSOE o en el partido de Rivera, candidato a encabezar la refundación de una nueva derecha no populista, a poco que Casado no sobreviva a gobiernos autonómicos.

Tampoco nos creamos que el triunfo de la izquierda ha sido arrasador.  Los votos de la pandilla de Colón superan los once millones, cifra que no alcanzan el PSOE y Podemos con sus confluencias.  Hay muchas Comunidades y Ayuntamientos en las que las derechas obtienen mayoría de votos y escaños. No debieran las izquierdas, que en municipales y autonómicas serán más de dos (en la ciudad donde vivo, habrá cinco listas de izquierda), no debieran digo, dar por hecho el negocio.

Lo que se ha salvado con este voto es el modelo constitucional moderado. Eliminadas las posibilidades de 155 brutal y las maniobras recentralizadoras de los extremistas y Rivera, lo que queda es esperar a que Torra convoque elecciones para desembarazarnos del fantasma de Waterloo y crear un escenario de convivencia en Cataluña, emprendiendo, de verdad un camino federalista y constitucional..

Unos resultados electorales son razonables cuando no producen susto. Pues eso: no ha ido muy mal, en definitiva. Moderados los populismos varios y reducidas las influencias independentistas a sus feudos, solo nos quedaría desear una oposición balanceadora, democrática y eficiente. Sospecho que eso nos costará más.

Las elecciones las gana el centro y esta vez nos han liberado del miedo. No protestemos cuando se nos vayan al otro campo, si las izquierdas se ponen a enredar,   

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