El capitalismo que les gusta: de estado o de amiguetes
Parece ser que el estado ya ha puesto 500 millones para que la SEPI compre telefónica. La SEPI parece tener otros doscientos de derivados financieros. Llegará así a la mitad de lo comprometido, el 10% de Telefónica. en una operación que probablemente supere los 1500 millones.
La primera cuestión es que, sin presupuesto, de dónde ha salido la pasta: pues de la financiación municipal y autonómica, que es el único sitio donde había dinero. La segunda pregunta es más relevante: ¿hacía falta tanta compra?
Dejemos despejada una incógnita: en el relato del Gobierno no ha operado nunca el pequeño detalle de la entrada en la compañía de una sociedad pública de un país con escaso o nulo respeto a los derechos humanos, ni la diferencia entre el capitalista y el príncipe asesino. Por cierto, cinco fragatas esperan ser construidas para uno de los mayores consumidores de armas españolas.
Nos preguntábamos, suponiendo un ataque de patriotismo empresarial que, al parecer, gusta mucho al votante de Sánchez, si era necesario adquirir un diez por ciento de la compañía, toda vez que los saudíes solo han adquirido un 4,9% (querían un 9,9) y han aceptado quedarse fuera del Consejo de Administración.
Que las empresas cotizadas del Ibex cada vez son menos españolas es evidente. Telefónica no es una excepción, aunque sí tiene una estructura de propiedad peculiar respecto al IBEX.
Efectivamente, el mayor accionista tiene un 4,9% del capital, mientras la media del IBEX es del 25,57. Los accionistas relevantes, los cinco mayores, tienen en Telefónica alrededor del 13% y en el IBEX el 43%. La gran diferencia está en los capitales minoritarios que mientras en el IBEX tienen alrededor del 40, en Telefónica se acerca al 80%.
Quizá algún nostálgico crea que las viejas matildes tienen el poder. No es así exactamente. Alguna sobrevive. Pero una parte importante, casi el 20%, está en manos de 170 inversores institucionales (bancos, organizaciones de ahorradores o pequeños fondos conservadores).
Estos, no tienen intención de vender, sino de darles rentabilidad a los ahorradores, o sea dividendos, buena remuneración a los directivos como incentivos y mantener consejeros. O sea, lo contrario del modelo de capitalismo de estado o amiguetes representado, por ejemplo, por el escandaloso cese de consejeros independientes en Indra.
El Gobierno puede pretender sumar su futuro diez por ciento, a las acciones del BBVA (4,9%) o Caixabank (3,5%) – en buena parte nacionalizada-. Bien por convencimiento o por algún comentario, dicho de soslayo, sobre ese pequeño impuestito a la banca. Habrán oído que Caixabank quiere llevar a Criteria (su compañía inversora) las acciones de Telefónica para evadir en parte esa presión.
En una palabra, con los pequeños inversores podría haberse mantenido, siempre y cuando no se quiera colocar amiguetes, el control, sin necesidad de alcanzar el diez por ciento, en un contexto de presión de la deuda.
Así las cosas cabe preguntarse si estamos ante un capitalismo de estado o un capitalismo de amiguetes.
En el progresismo global funcionan dos políticas públicas: el capitalismo de estado o capitalismo de amiguetes.
El capitalismo de estado remite a la intervención pública que, por diversas razones, desapareció de Europa con las privatizaciones. En el caso europeo fue por el exceso de liquidez en los mercados de capitales y por el fracaso ante las tecnológicas norteamericanas. En el caso español la razón fue más pedestre: necesitábamos reducir la deuda que se nos exigía para entrar en el Euro.
A partir de ahí, Europa recuperó cierto proteccionismo. Alemania, Francia o Italia mantienen participaciones minoritarias para mantener sus campeones nacionales, cosa que, al parecer da votos, aunque ninguno de estos países parece afectado por la globalización.
Así, están triunfando las teorías del capitalismo de estado, antes rechazas por la izquierda, por influencia, por cierto, de la izquierda francesa. Mariana Mazzucato, antaño defensora de las pymes y la innovación, muy influyente en La Moncloa, en su último libro defiende la estatalización de la economía (Mazzucato, M. Misión Economía. 2021.Taurus)
¿Es esta la razón que impulsa al Gobierno español o se trata de un capitalismo de amiguetes, modelo Indra o pongo en Prisa a Joseph Oughourlian, que todos los demás medios se atreven a señalar cierto déficit de belleza de Oscar Puente, lo que es inaceptable?
Hay mucha gente que se teme lo peor. Especialmente los consejeros independientes que, tras lo de Indra, han puesto sus barbas a remojar. La idea de la utilización política de la intervención en empresas tiene una amplia experiencia en España.
"Crony capitalism" (Capitalismo de amiguetes) es el título de un artículo de George Taber ( Taber, G. Time. 2000). Un economista español ha publicado recientemente un libro con el mismo título (Sánchez,C. Capitalismo de amiguetes. Harper Collins. 2024) que cuenta el comportamiento de las élites españolas en las empresas.
En una palabra, nos preguntamos si era innecesario tanta inversión en Telefónica que superará los 1500 millones. La razón será la ideología o los amiguetes.
Como dije al principio, pocas veces se ha incluido en el relato el asunto de los derechos humanos o las sospechas sobre Arabia Saudí. Aquí ya les hemos comentado el asunto. Mohamed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudí, tiene en su armario algún que otro cadáver, incluido el periodista Yamal Jashogyi, descuartizado en el Consulado de su país en Estados Unidos.
El caso es que el afamado saudí, aburrido de comprarse futbolistas, ha decidido comprarse un buen pedazo de Telefónica, a través de la compañía STC.
Sobre el asunto conviene no perderse en cuestiones patrióticas, prácticamente, la mitad del capital de las sociedades del IBEX35 es extranjero.
Pero es que a Pedro no le gusta enojar a un príncipe asesino, otra cosa es un capitalista de Madrid. (Ferrovial) o de Santander (Botin). Esos si que son malvados y no los que nos compran fragatas o descuartizan periodistas.
Los asuntos estratégicos pueden entretener, pero dice Pallete que en cuanto le suban el sueldo (los malvados de Blackrock, actuales inversores, no querían) él nos protege. Ustedes eligen el capitalismo que les gusta: de estado o de amiguetes.