El burofax

28.08.2020

Un burofax puede poner en brete un punto y medio del PIB. Ahí es nada. Lo que daría para un análisis profundo sobre la comunicación, los contratos y el futbol.

Pero es viernes, Y, como llevan ustedes con el cronista más viernes que con Messi, sabrán que Don Juan Ignacio Ocaña, jefe y gran conductor de la Clicktertulia, me tiene dicho que en viernes dįe cosas sesudas nada. Cosa que los CEO de la radio, alguno tertuliano y Chef, corroboran, anunciando cuantiosa prima (no; no va a colar).

El caso es que hubo un tiempo, señor mío, que usted se iba a comprar tabaco. A los dos días, su señora de usted se barruntaba que algo sucedía.

Hubo un tiempo que usted, señora, se iba a casa de su madre. A los dos meses, o quizá tres, el señor caía en la cuenta de que algo pasaba. 

Incluso Franco, en alarde de elegancia, enviaba motoristas encorbatados para cesar a sus ministros (no es incorrección de género: Franco no tenía ministras).

Pero esto es viejísimo de la muerte; casi tanto como el Diez Minutos. Ya no es moderno.

Lo moderno es el burofax. Un documento, breve y plano, que una o un mensajero de Correos, vestidito de amarillo y en pantalón corto que ahora trabajamos en pantaloncito, le entrega, tras amenazante firma que le delatará ante cualquier tribunal.

Un burofax es como una rueda de prensa de Sánchez o una reunión de Casado y Álvarez de Toledo. Un "ahí queda eso. Son lentejas".

El burofax es como un taco por correo, un escrache a la conversación, un chorreón de aceite de trufa a unas patatas a lo pobre, el que deba entender que entienda.

Leo Messi, el mejor jugador del mundo con menos copas del mundo que Arbeloa por un poner, ha roto su eterno compromiso con el Barcelona, mediante un burofax. Al parecer, el compromiso era hasta la muerte, pero ni ocho pasos más.

El burofax, hasta ahora símbolo de cuitas judiciales y latrocinios fiscales, ha alcanzado no solo su momento de gloria, sino la cumbre de su eficacia.

Torra y Colau han conseguido, al fin, encontrar algo que interese a la gente: ¡Messi, quédate!, han gritado al unísono en la plaça Sant Jaume, pensando si debían encargarle a los Jordis una manifestación o aprovechar que los jeques se han excitado para pedir algo.

El burofax no es un medio, es el mensaje. Te lo digo certificado, como ante notario, sin remedio. No se te queda cara de pasmo, sino de notificado.

Abascal esta pensando en enviar uno a Sánchez y Arrimadas otro a Casado. Iglesias ha descubierto que ya no necesita círculos sino enviar muchos burofaxes a sus acólitos, que pongan unas pelillas, que aplaudan a rabiar, que griten al jefe del Estado. Por un burofax nadie te acusará de autoritario, solo de notificador.

No hay burofax con mascarilla, debate necesario ni, dónde va a parar, conversación. Solo se te queda cara de tonto, como a Bartomeu.

Son tiempos de comunicaciones escuetas. Nada de profundas reflexiones. Un burofax es como el tuiter de los impacientes, un "a tomar por culo", pero en plan letrado y culto.

Tanto hemos devaluado la comunicación responsable, que ni siquiera necesitamos gestos, ni comunicación no verbal, ni miradas insondables. Ya no necesitaremos a los poetas ni a los cineastas, ni escribiremos largos parlamentos: el burofax nos enseña el camino.

Las partes contratantes ya no se darán la mano, ni cerrarán tratos, tampoco debatirán desacuerdos. Uno envía un papel certificado y queda todo dicho. Quien lo probó, lo sabe.

El burofax conmovió al mundo, levantó a los "indepes", excitó a los jeques, le quitó a Roures y Tebas una parte del negocio. Qué invento, señoras y señores míos, qué invento.

Ahora mismo les mando a ustedes un burofax conminándoles a que se pongan mascarillas, al virus para que se atenga a las consecuencias. Iba a mandarle uno al ministro de Universidades, pero no sé donde está.

Ustedes tranquilos, en fin de semana no llegan burofaxes. Sean felices.

(Crónica Clictkertulia. ClickradioTV. 28 de Agosto de 2020)

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar