El año feroz
El cronista no ha podido evitar este año ser incluido en la "fachosfera". No es que quiera empezar el balance anual hablando de uno mismo, sino que siendo mal de muchos, conviene señalarlo ya que ha diso una de las claves políticas del curso acabado.
Incluir a los que han sido y son de izquierdas, acaso solo disidentes del socialismo realmente existente, como compañeros de viaje de la extrema derecha, tiene el mismo valor que aquella lapidaria frase que Trotsky dedicó al líder del partido socialdemócrata ruso, Mártov: "estás en la papelera de la historia".
Momento en que nació la división de la izquierda, la era de los gulags y los piolets. Es lo que tiene ir a afamadas universidades extranjeras donde se estudia mucha prospectiva estratégica y poca historia. Los "cabezas de huevo" de La Moncloa no necesitan conocer el pasado, tan solo producir – o copiar, como es el caso-, titulares para sus antenas mediáticas. Aunque no consta que los asesores sean de izquierda y deban preocuparse de tales asuntos.
El cronista si puede, empero, como hace habitualmente, evitar que le coloquen en el saco de los "monos con ordenata" o "sanguijuelas" que roban las palabras, donde algún afamado columnista nos ubicó.
Me apresuro, en consecuencia, a decir que el título de esta crónica es un préstamo del periodista y profesor David Felipe Arranz que acaba de presentar su libro de crónicas periodísticas (Felipe Arranz, D. (2024). Crónicas de la España feroz. Pigmalión).
No es casualidad que la crónica más valorada por el propio autor y sus lectores sea Políticos menguados y menguantes (páginas 355 a 357 del libro citado), publicada en El Imparcial, el 27 de febrero de este año. "Podemos decir que nuestra clase política, imploradora y colérica, no vale para mucho. Nuestros gobernantes no son capaces de protegernos…" con esta lapidaria frase se inicia la crónica.
Tezanos y el CIS solo necesitaron nueve meses más para caer en la cuenta y convertir a los políticos y la política en el primer problema de los españoles y españolas. David Felipe Arranz siempre fue un adelantado.
Suele achacarse el problema de la política a la creciente polarización. La ferocidad parece nacer de una ira inexplicable, pero en realidad tiene una notable explicación.
En realidad, esta polarización y radicalización no responde a la premisa implícita en la cosa de la "fachosfera" – la radicalización de la derecha-. No se trata tanto de una profunda derechización, sino de una descomposición de la base política de centro. O, lo que es lo mismo, un deterioro de la clase media.
Hay estudios que revelan como la historia política es coherente con los cabreos de la clase media: las crisis financieras producen radicalismos e ira pequeño burguesas, las crisis económicas de otra naturaleza proveen estímulos para la socialdemocracia.
Esa es la historia de los años treinta que mostró la ira de los vástagos de la pequeña burguesía empobrecida. Las extremas derechas acaban diluyéndose, aunque los radicalismos de izquierda lo hacen antes (ver Funke,M. Schularick,M. Trebesch,C - 2015, 21 de noviembre-. VOX, Portal Política de CEPR). Traducción del cronista aquí.
La crisis del petróleo dio origen a una generación que exigía estado de bienestar y que generó décadas de adhesión al socialismo de Felipe González. Por el contrario, cuando han sido patrimonio, herencias y productos financieros los desvalorizados, la crisis ha provisto una pequeña burguesía, especialmente urbana, cargada de ira sobre el sistema político.
La insistencia del socialismo realmente existente y la izquierda de verdad verdadera en su radicalización sea a golpe de impuestos, de reflexiones amatorias, de desigualdades al modo Puigdemont, amnistías y, muy especialmente, la crisis de vivienda, no pueden ser tapadas por un cohete económico que así, entre ustedes y yo, no acaba de verse claro.
Las crisis de precios nos han acosado casi durante todo el año, la pesadez de los tipos de interés ha acabado con los ahorros del personal, el pluriempleo aumenta y todas esas cosas que el rugido del cohete parece ocultar. La economía parece algo dopada.
El PIB apoyado en el gasto público y el turismo es difícilmente sostenible a largo plazo. El problema es que cuando hablamos de gasto público, estamos hablando de que casi un 60% es el gasto en pensiones, lo que pone de relieve el grave peso del envejecimiento. También de que el turismo accede a un porcentaje altísimo de PIB (próximo ya al 12%), pero genera una baja renta per capita.
Las cifras esconden problemas dramáticos, pero puntuales, y también problemas estratégicos: junto al envejecimiento de la población tenemos el de la vivienda y, en general, una divergencia generacional que nos pone en graves problemas sociales en perspectiva.
El gasto público será insostenible, pero al esconder las cuestiones citadas (renta per capita, vivienda, pensiones, productividad), nos coloca en una senda de crecimiento fiscal que tampoco parecerá a la ciudadanía muy sostenible.
En este contexto, los clientelismos de los sátrapas locales apoyadores del gobierno y , más aún, los oscuros asuntos de los comisionistas solo aumentan los cabreos del personal.
El Tito Berni, en calzones, anunció una peligrosa taberna. En una esquina, hay un presunto, Aldama presumo, enfrente hay un notario, por eso, está Lobato, con su asesora y un ministro exjefe de la asesora y un exresponsable de comunicación. Hay un secretario de organización, también. Y un fiscal del Estado y un guardia civil. Un exministro bien avenido con una amiga y el portero de la discoteca, los tres presuntos, con unos banqueros de Dominicana, esperan a siete ministros por Aldama citados. Y hay un hermano y está "Ella" también.
El año ha sido feroz, pero muy feroz. Y el que viene apunta maneras similares. Unos tienen el comodín de Franco, otros el de las elecciones que ganaron pero no sirvieron y los más importantes una amplia lista de la compra. Eso da para mucha ferocidad. Yo solo puedo desearles que sean felices, mientras los políticos "imploradores y coléricos", en expresión de David Felipe Arranz, manosean las instituciones y nuestra Cinstitución. De todo se sale.