Desde mi caverna, día 11: activismo de pandemia y panodio
Hay una evidente posibilidad de que salgamos de esta con dos novedades. Un nivel menor de odio, al fin y al cabo hemos descubierto que tenemos vecinos y vecinas y que incluso son majetes. También, podemos volver a escuchar a los expertos, a los que saben, en lugar de a los abundantes profetas de la red.
Ambas cosas contradicen a las distintas clases de populismo que nos rodean y que se enroscan en el tuiter y las cadenas de guasap como última frontera, ahora que el personal ha decidido aprender lo que es un bulo, mire usté.
Que dice algo el gobierno, aquí está el de Vox para culparle de venderse al virus extranjero; que alguien del PP dice que esto de las mascarillas y lo demás igual va lento, aquí esta el de la izquierda de verdad verdadera, para recordar los recortes de este o aquel.
Nada como el activismo de pandemia para que nada se pare. El premio, desde luego, se lo lleva el insigne Oriol Mitjà organizador de un manifiesto catalán, suscrito por otros médicos, que se ha convertido en el panfleto de cabecera de Quim Torra.
Se trata de profesionales que no trabajan en la gestión de la salud pública, ni falta que les hace, porque eso de la gestión de la salud no interesa. Hay que tener en cuenta que el gasto en salud de la Generalitat, medido en PIB, es bastante más bajo que en el resto de España, hablando de recortes y eso.
Los documentos científicos, hasta los economistas que suelen ser más frivolones lo hacen, fíjense, se someten a revisiones de otros profesionales del mismo campo (pares) y, una vez obtenido un elevado consenso, se publica en una revista científica o se envía a la administración.
Pero este no es el caso, porque lo que se pretende no es elaborar un manual riguroso sino construir una artimaña para participar en el juego mediático y, de paso, hacerle un favor al jefe político, Sr. Torra, que al fin y al cabo es el que paga.
El manifiesto de marras propone cosas que el camarada Torra defiende de boquilla, pero no hace en materias de su competencia. Quiero decir que para cerrar las obras no hace falta que lo decida el gobierno de Madrid. Pero con lo bonito y solidario que queda "España nos mata", que lo de roba ya estaba pasado de moda.
Para no dejarlo solo, los de Vox han propuesto que, estando los hospitales madrileños saturados, no se atienda a inmigrantes o se les cobre. Cosa que no solo repugna por su odio, sino porque lo que produce es que haya en la calle cocteles de virus que nos afectarán a todos. Antes muertos que sencillos.
Qué mejor que vivir en el odio y la mentira, con lo bien que nos iba que las fuerzas políticas andaran a la greña, en lugar de hacer votos mayoritarios que respalden, al menos formalmente, las decisiones del gobierno.
El odio, el activismo de pandemia, ayuda a la negación. Miren a Bolsonaro, como hace unos días a Trump, hablando del virus chino, minimizando el problema, enroscados en la soberbia que mostró Europa, mientras China se lanzaba a por el virus tras haberlo ocultado, dicho sea por aquellos que, entre el odio o la falta de respeto a los expertos, ponderan las virtudes de una dictadura.
De esta debemos salir gobernados por una cultura que respete los datos de la biología y la física, dependientes de un planeta habitable. El negacionismo y el odio acaba dando pábulo a mentirosos. Como les dije el viernes, lo tenía escrito Pessoa que, frente a su ·"gran constipado", pedía verdad y aspirina.
Usted permanezca en casa y llévese bien con sus
vecinos, cabréese poco y odie todavía menos. Es lo que hacen mi nieto y
nietas; se lo pasan pipa, sonriendo, porque dicen que conocen la única verdad:
todo saldrá bien. Y yo les creo.
Banda sonora: Juan Luis Guerra, Me sube la bilirrubina
