Desde mi caverna, día 50: llegó la fase que precede a la inicial, tiempo de profetas

03.05.2020

Tras cincuenta días con ustedes, parece que hemos llegado a un hito en el camino que el cronista no puede ignorar: la primera de las "tres fases", que en realidad "son cuatro fases", y que no es la "inicial", sino tan solo "preparatoria", ha llegado.

Supongo que se habrán enterado de lo que pueden hacer. El cronista se quedará en casa, al menos, hasta que llegue la fase que continúa y precede a la "intermedia", que no es intermedia porque si son cuatro no hay una en medio. (Los entrecomillados son de la rueda de prensa de Sánchez).

Será entonces cuando, a lo mejor, vea a mi nieto y mis nietas o me tome un vinito con algún amiguete al que, por supuesto, negaré conocer, en alguna terraza vacía, mientras espero una racioncita de callos, por supuesto take away, lo que es un pecado que el dios de la gastronomía castigará con alguna visita vegana, lo veo venir, cuando llegue la fase que es posterior a las antecedentes.

En fin; aún no hemos acabado de morirnos y ya hacemos planes. No solo para las fases abundantes que vienen, sino para definir la "nueva normalidad".

Puesto que estamos viviendo el colapso definitivo del mundo conocido, un silencioso apocalipsis, lleno de alarma y excepción, o algo parecido, una guerra donde todos los días son lunes, el último peldaño del rapaz capitalismo, es normal la ansiedad por saber que nos deparará el futuro. Es, pues, tiempo de profetas.

Hace días que columnistas de los sesudos medios europeos de orientación de izquierda (véase Liberation o The Guardian, por ejemplo) nos van contando cómo será el futuro.

Aquí en España, que somos más listos y eficaces que nadie, como todo el mundo sabe, un medio, faro y guía del pensamiento occidental, nos ha ofrecido hasta setenta y cinco columnas que predicen nuestro porvenir. Desde la ropa que ustedes vestirán hasta la música que escucharán.

Lean, lean, no será el cronista quien devalúe tanta sabiduría concentrada. Déjenme, eso sí, que les anticipe mis conclusiones.

Es primer lugar, es sorprendente la cantidad de afamados y afamadas gurús que hay y que uno no conoce. Es más sorprendente, todavía, que ninguno de los expertos que uno conoce en medicina, arte, economía, algún premio Nobel, etcétera haya sido seleccionado, debe ser que no se han enterado del apocalipsis y no pueden ofrecer pensamiento evaluable.

Eso sí; inevitablemente, está Varoufakis, ningún Nobel o experto en economía sabe adivinar el futuro, pero del griego más listo desde Platón no debe cabernos duda.

En tercer lugar, viene a resultar que las firmas seleccionadas prevén, tras la pandemia, lo mismo que ya preveían antes de la pandemia: un pesimista final del capitalismo, sustituido por una provinciana vida comunitaria, agarrada a las nuevas tecnologías, con un planeta muy agresivo.

En mi caso, en primer lugar, me mueve el optimismo - no es útil ser otra cosa, les he contado aquí- y creo que la historia dice que tras cada peste hay un renacimiento, solo que el liderazgo cambia de sitio: que los Estados Unidos hayan perdido su reputación a golpe de sandeces puede no ser malo.

Ahora que han bajado de los balcones, habrán visto que las calles no han sido derruidas ni los puentes volados. Los bosques no se han incendiado ni los mares se han llenado de grises brumas.

Quiero decir que no; no ha habido una guerra. Dicho sea, por no banalizar lo que sufren millones de personas en el planeta, de Siria a Yemen o en media África.

Intuyo que, a medio plazo, es bastante probable que nos parezcamos bastante a versiones más radicalizadas de nosotros y nosotras mismos. Ni "los runners", ni los papas y mamás con criaturas, ni las propias criaturas parecen querer cosas muy distintas a los que querían hace un par de meses. Tampoco políticos y políticas. Eso sí, mientras haya pasta.

La digitalización, el cambio climático, el agotamiento de la versión de austeridad letal y radicalismo neoliberal del capitalismo, la época donde el dinero no vale nada; el "presentismo" - cuando el interés es cero, el futuro tampoco vale nada- ya estaban aquí hace un largo rato.

Así que lean las profecías, quien es profeta suele escribir bien, pero no se apresuren a comprar billetes a la distopía.

Tomémonos un tiempo antes de cortar los viejos setos. Cuando bajemos de los balcones definitivamente, tendremos una "jodida normalidad" que enfrentar. La dureza y la necesidad no organizan futuros; es cuando se sale de ellas cuando podremos pensar en el cambio. Las revoluciones no se producen cuando las cosas van mal, sino cuando falta poco para que vayan mejor.

Disfruten con responsabilidad de la fase antecedente de la que vendrá, cuídense y cuiden a los suyos. Pónganse, si viajan, esas mascarillas que hace dos semanas eran innecesarias y ahora obligatorias. Mi nieto y mis nietas, que afirman cumplir horarios, dicen que ya estamos más cerca de que todo salga bien. Y yo les creo.

Banda sonora: Bruce Springsteen. The River

Fotografia: ¿Futuro? Estaré aquí el año que viene

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar