Desde mi caverna, día 28: no lean a Tucídides

11.04.2020

Vale; hay que reconocerlo: en el confinamiento se equivoca uno. El cronista ha cometido, al menos, dos errores y muy crasos.

El primero es que, fiándome de Sánchez y Simón, que esto lo arreglaban en un estadito de alarma de nada, decidí enviar un video diario a mi nieto y mis nietas, alumbrando, como corresponde a un buen "abu", su conocimiento infantil del universo.

Pero he aquí que, al día 28, ya no sé que rincón del confinamiento mostrar ni que lectura pedagógica extraer de mi encierro. Créanme, mientras les escribo esto, estoy pensando en cómo explicarles que de una manita de cerdo en salsa vizcaína - que me salen buenísimas, por cierto- podemos extraer unas "tabas" con las que jugar a algo. Y en vídeo. Un maestro que es uno.

Pero, sin duda, el segundo error es más grave. He decidido, recordando apasionadas mocedades, volver a pasear por la vieja Grecia. Así que, anoche, antes de ponerme con el Jo Nesbo, que en realidad es lo que me apetecía, cogí el libro y aparece Tucídides.

El historiador dice, ni más ni menos: "Al principio, los médicos eran muy incapaces de tratar la enfermedad debido a su ignorancia de los métodos correctos ... De hecho, la mortalidad entre los médicos fue la más alta de todas, ya que entraron en contacto con los enfermos con mayor frecuencia... "

Continua: "entre los síntomas, estaban estornudos y ronquera, y en poco tiempo, el dolor se asentó en el pecho y fue acompañado por tos".

¿Les suena familiar? La plaga golpeó a la ciudad, justo después de que el líder de los atenienses, Pericles, pronunciara su gran oración sobre los muertos de la guerra contra Esparta y proclamara el éxito de la democracia. También les sonará.

El propio Pericles murió de la peste (espero y deseo que no le ocurra lo mismo a Boris Johnson, Trump ni a ninguno de nuestros contagiados próceres) y, poco después, la gloria de Atenas entró en declive. Esto ocurría, según el historiador griego, unos 430 años antes de Cristo. O sea que esto si es un final de la historia y no otras tonterías.

No se me depriman, Opina el cronista que Grecia entró en crisis, por exceso de "ombliguismo", por ponderar los discursos antes que el comercio y por abusar, a costa de aranceles, de sus aliados. Pero eso no se le puede decir a Tucídides que era muy quisquilloso, al parecer.

En la antigua Atenas no había un sistema de salud, como no lo hay ahora en los Estados Unidos, por un poner. Y nosotros, al fin y al cabo, tenemos uno. O sea, que tranquilos que no nos derrumbaremos cual Acrópolis. Además, los británicos no están para llevarse nada. Qué gran momento para marcharse, qué grande es la Historia.

Igual que Tucídides describe el final de Atenas, las páginas de los periódicos, especialmente los faro y guía de occidente que abundan, se llenan de profecías sobre el final del capitalismo y convocatorias a la revolución.

Hasta Keynes es ya un sospechoso derechista para los socialdemócratas. Nada como llegar al socialismo vía virus, así, sin trompeteros y en pista cubierta, como le gusta al ministro Garzón, y con abundantes subvenciones a los periódicos y televisiones.

No quiero desanimarles, estimados y estimadas camaradas revolucionarios, los cambios no los hacen los virus, los hacen los pueblos.

En realidad, lo que dice la historia es que las plagas y las guerras alteran las políticas económicas, pero no para siempre.

Las noticias de desempleo y bancarrotas por doquier son horrendas y es probable que empeoren antes de mejorar. La cultura se hunde y se enfada, las líneas aéreas están en la quiebra. Los bares tendrán que cerrar y no podremos ir ni al futbol (esto sí que es grave).

¿Toda la civilización conocida desaparece mientras miramos por los balcones? Tranquilidad. Habrá mucho tiempo en los próximos meses para examinar las implicaciones. Pero el cronista, en esta etapa, solo emite una advertencia de salud mental: no saquen conclusiones rápidas.

¿El fin del capitalismo? Lo dudo. ¿El fin del liberalismo radical, la austeridad letal? Por un largo tiempo, probablemente, mientras paguemos las deudas. ¿El final de la codicia? Seguro que no.

Quizá, mientras las "virutontadicas" nos libran de falsos liderazgos mundiales o continentales, convenga creer que antes de derrumbarse, nuestro mundo ofrece alternativas ponderadas y hasta progresistas. 

No lean a Tucídides ni a Russia Today, su casa no se derrumbará cual Acrópolis. Quédense en casa. Mi nieto y mis nietas, mientras esperan mi video, me dicen que todo saldrá bien. Y yo les creo.

Banda sonora: Nikos Vertis, Thelo na me niosis

Fotografía: Se cuenta por vigilia. O sea que es Pascua, se acabó la contención

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