Desde mi caverna, día 14: el holandés repugnante

28.03.2020

Iba yo a decirles que me hago portugués, ya puestos a tener un socialista de izquierda de verdad verdadera, mejor un presidente que le diga lo que hay que decir a los soberbios del norte y no un tuit hablando del mar y los peces. Y, justo entonces, me avisa Sánchez de que les diga que este blog no se cierra porque es esencial.

Que lo sepan los grandes CEO de ClikradioTV, por si habían pensado en darme vacaciones y luego hacerme recuperar crónicas en Agosto, así, sin subirme el salario prometido (si cuela, cuela).

En fin;  de lo que  hoy quiero hablarles, que ustedes me lían, no es de que Sánchez haya tardado seis Consejos de Ministros en hacer lo que casi todo el mundo le decía. Ni siquiera de que quienes curran, a estas horas, no saben si están de ERTE, trabajando, de vacaciones o con contratos temporales prorrogados.

Por cierto, que el cronista tiene una duda que algún experto o experta como ustedes podría resolverme: ¿si un autónomo tiene curritos y curritas a los que no puede despedir o debe poner de vacaciones, cómo se da de baja de actividad?

Supongo que un día de estos - en un par de meses- algún ministro o ministra delegado de la autoridad única, si no está de permiso o de baja, se lo explican en un par de decretos y un montón de abogados que, naturalmente faltaría más, le pagará el gobierno.

Pero yo de lo que venía era a hacerme portugués verdadero y hacer algún comentario sobre el ministro de Hacienda de Holanda. Miren, entre Usted y yo, nada como una crisis para conocer a un demócrata cristiano del norte de Europa.

Es entonces cuando la misericordia demócrata cristiana les sale por los poros de la piel, sobre todo si sin blanquitos y rubitos.

Es entonces cuando se decide que los viejecitos y viejecitas holandeses no deben ir a las UCI (llámese eugenesia) porque su esperanza de vida es cortita; cuando se pide a los belgas, que cobran de todos incluido Puigdemont, que pongan hospitales a los holandeses porque su rigor presupuestario no da para tener propios suficientes y pequeñas cosas así.

Hay que reconocer que los demócratas cristianos holandeses son gente seria: no beben, salvo cuando vienen a España a desparramar. EL 21% del país se pasó por España el año pasado (casi cuatro millones de turistas holandeses bebiendo en España), todos rubitos, rubitas, sanos, austeros y borrachos.

Debe recordarse, igualmente, que los muy cristianos demócratas holandeses hacían negocio solidario con sus clínicas para abortos de españolas cuando aquí se prohibía (grandes y caras clínicas en Leiden), mientras mantenían afamados barrios de prostitución para los señores (Barrio Rojo) y vendían maravillosas magdalenas de hierba. Es lo que hay.

Eso sí, todos los europeos del norte, serios de la muerte salvo cuando vienen al sur a emborracharse, tienen una capacidad soberana para jorobarnos la reputación. Debemos reconocer que llevamos una década chunga: rescate, Cataluña y genialísima gestión del coronavirus nos están dejando una imagen que no se la salta un caballo.

Wagner ya lo intuyó: los holandeses son leales hasta la muerte...de los demás, eso sí. Europa se contagia de la insolidaridad repugnante que tan bien ha denunciado Costa - después de Draghi, mi europeo favorito- y que la ministra de exteriores ha respondido con sutileza, hablando del mar y los peces, no se vaya a molestar alguien.

De todos modos, no se me agobien. Los rubitos y rubitas, demócrata cristianos, blanquitos, eugenésicos y casi nazis del norte no aguantarán la presión: habrá deuda pública europea, Draghi lo ha dicho y lo que diga supermario va a misa.

Mientras nos acordamos de la señora madre del holandés repugnante, una santa cristiana por supuesto, lo esencial es que ustedes se queden en casa. Mi nieto y mis nietas me recuerdan dos cosas: que no hay ningún superhéroe ni superheroína holandés y que todo saldrá bien. Y yo les creo.

Banda sonora: Wagner El Holandés errante

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