Desde mi caverna, día 12: saldremos socialdemócratas; de izquierdas...no sé

26.03.2020

El golpe económico aparenta brutal. Más rápido y más fuerte que las crisis de 2008 o la Gran Depresión. En esos momentos, el hundimiento de todas las variables conocidas, desde el valor de la bolsa a la contracción del PIB, tardó tres años. Ahora, simplemente, tres semanas.

Los expertos discuten si eso tendrá forma de V (recuperación ) o de L (caída con estancamiento) y debates de todo tipo.Pero la verdad es que no hay modelos predictivos con precedentes. La economía ha entrado en un terreno desconocido: nunca la economía ha cerrado completamente.

La esperanza es que vuelva a abrirse la tienda: si eso es así, en el cuarto trimestre alguien crecerá, dicen los optimistas, entre los que el cronista y su nieterío se encuentran.

Que lo haga España dependerá de cómo metabolicemos la crisis evidente del turismo, nuestra capacidad de consumir y del chorro de gasto público, para el que tenemos menos margen que otros países, con un déficit que se salió de madre antes de la pandemia.

Eso sí, los Bancos centrales, con cierta pasividad europea, han hecho en menos de un mes lo que tardaron tres años en la última crisis.

El helicóptero ha empezado a soltar pasta, aunque la lentitud haciendo decretos y créditos es un poco desesperante, por lo menos en el caso español. Como en otros sitios, Francia o Inglaterra incluidos, parece que la diseminación al mundo de los autónomos no es la más deseable.

Toda la política monetaria está en marcha. Ahora falta la fiscal. Y ahí tenemos necesidad de que los remisos - sean los norteamericanos o los holandeses, por un poner- se avengan a mutualizar el endeudamiento.

La Unión Europea acabará abriendo la mano, Italia, Francia y España se han plantado. Los coronabonos y la respuestas fiscal común quieren dejarse  para cuando pase la crisis sanitaria, pero la Comisión no podrá aguantar la presión. La austeridad murió definitivamente con el virus y el nuevo capitalismo se la juega.

Habrá a corto plazo, eso sí, dinero que saldrá de algún fondo existente, como el de rescate (MEDE). Insuficiente; mucho español tendrá que hablar la señora Von der Leyen para que no pillemos un soberano cabreo.

Hay que echar una mano a realizar gasto y financiar déficit, procurando no subir los tipos de interés, para no hacer un pan con unas tortas: o sea, darle a la maquinita del dinero, que bajará el euro y así, de paso, Trump se quedará contento.

De esta crisis saldremos socialdemócratas; de izquierdas,.. no sé. Todas las crisis profundas hacen una o dos generaciones de socialdemócratas. En la primera crisis de la democracia española (1979) un señor que no era muy rojo, Enrique Fuentes Quintana, se empeñó en hacer socialdemócrata desde la derecha a la izquierda radical: lo consiguió.

Ahora el virus nos reconvertirá de nuevo. No solo hemos descubierto que el estado es la única red posible cuando vienen mal dadas, sino que la crisis ética y de gestión del sector privado de cuidados (residencias que abandonan enfermos, hospitales que envían a casa a sus trabajadores...) pondrá en crisis, por tiempo, a esta parte del sector privado.

Que el futuro sea socialdemócrata exigirá, también, servidores públicos más eficaces. Que se compre mal en China o que solo se compre en China si tienes un amigo chino; que se permita que suban los precios de consumo en silencio, que se tarde tres semanas en que el ICO le ceda a la banca los créditos, y cosicas de esas, revela insuficiencias.

Puede haber responsabilidad política de la que tendremos que hablar, pero también función pública que hace tiempo que no se ve haciendo determinados trabajos.

Quizá sea cosa de dejar de repetir que tenemos los mejores servidores públicos del mundo, para echarle la culpa a los políticos y pelotear, para reconocer que todos somos, más o menos, del mismo nivel y tenemos la necesidad de nuevas habilidades gerenciales públicas que hace tiempo no se practican, debido a la comodísima externalización.

Que salgamos de esta socialdemócratas no quiere decir que salgamos, necesariamente, de izquierdas. Al menos a corto plazo. Las crisis castigan a los gobiernos que las gestionan. 

Quién iba a decir que Trump puede tener un problema, que Netanyahu salvaría la cabeza o que las alianzas del gobierno español pueden tambalearse, con los nacionalistas tocándole las narices con un decreto al señor del CNI (o sea, Iglesias) y a Sánchez como se descuide.

Ahora bien, amigas y amigos, para salir de esta, de un modo u otro, y con el pensamiento que a ustedes les plazca, hay que salvar la crisis sanitaria. O sea, que hay que quedarse en casa sabiendo que todo irá bien. Mi nieto y mis nietas están convencidos y yo les creo.

Banda sonora: Billy Paul, let The Dollar circulate

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