Desde mi caverna, día 23: ¿Acabará el virus con la soberbia y nos traerá competencia?
Mucho se aprende del virus, pero si una cosa debe aprenderse rápidamente es la de la humildad. Fue la soberbia europea y, por supuesto, norteamericana la que llevó a despreciar la amenaza surgida en China, al fin y al cabo nosotros éramos fetén.
No son pocos los responsables de gobierno internacionales que han subestimado durante mucho tiempo la pandemia, comparándola con una gripe común o incluso se burlaron de aquellos países que tomaron medidas drásticas para detenerla.
Son líderes que siempre han tenido un enfoque populista y han tomado decisiones de forma autárquica, presumiendo de sus elecciones e ignorando las de los demás. Hoy, desafortunadamente, estos mismos países registran infecciones y muertes. Algunos de los más listos entre ellos han acabado en la UCI.
Las reacciones en los primeros días de la crisis por parte de los líderes de los grandes países de todo el mundo han sido realmente sorprendentes. Además de los chinos, teníamos a los italianos habituales desorganizados y dedicados por temperamento a la exageración.
Alemania y Francia han pensado durante muchos días que las cosas serían de otro modo y ahora resulta que el contagio, que no conoce fronteras y no distingue pueblos y naciones, está poniendo a prueba a todos. Incluso los gobiernos más escépticos se han visto obligados a tomar medidas idénticas a las nuestras.
La muerte, el sufrimiento y la emergencia de salud son desafortunadamente comunes. Trump y Johnson tuvieron que cambiar radicalmente de posición. Reacciones superficiales reaparecen ocasionalmente pero son cada vez más raras, naturalmente de algunos profetas hispanoamericanos entre ellos.
Por supuesto, ninguno de nosotros podría imaginar, incluso en sus pensamientos
más oscuros, una crisis de este tipo. Sin embargo, la tasa de falta de preparación
e improvisación ha sido muy alta.
Pagamos un tiempo en
que los líderes, los nuestros han sido expertos en eso, se han dedicado a pretender
recetas improbables en lugar de estar preparados y tener una estrategia sólida
sobre nuestro futuro.
Ahora hemos vuelto a lamirada a la ciencia, nuestros afmirados cuidadores y cuidadoras son médicos y científicos, redescubramos la importancia de la capacitación, la investigación y la competencia. Es una lección para dejar de cometer errores, comprender cuáles son las prioridades reales para nuestro país, para los ciudadanos y para su gobierno.
Es pues tiempo, aunque no lo parezca, de cambio y no; no creo que los que nos llevan ahora de la mano valgan para ese futuro.
Alemanes y holandeses dejan a un lado el parlamento europeo. Los líderes de los países europeos, incluido el nuestro, aumentan su creciente distanciamiento de sus parlamentos. Se proponen pactos con la misma intención de aminorar la función de elegidos y elegidas. Días de consenso, antes despreciados, hoy se proponen como recetas.
Soberbia, pura soberbia de un tiempo que ahora nos parece lejano. Mal rollo, ruedas de propaganda, discursos épicos, cánticos emocionales y toda la fanfarria bélica se han puesto en marcha. Mientras los confinados aprendemos humildad, los gestores beben a sorbos grandes pócimas de soberbia.
El
gran error de los soberbios, diría Machado disfrazado de Mairena, es creer que
los humildes nos chupamos el dedo. Quedémonos en casa, es nuestra forma de ser competentes,
mientras averiguamos si somos asintomáticos, es decir encerrables. Mi nieto y
mis nietas dicen que, así, todo saldrá bien. Y yo les creo.
Banda sonora: Leño, sorprendente
Fotografía: Por encima de todo os observo: veo vuestras caras asíntomáticas