China, “esta gente, al fin y al cabo, era una solución”.

11.03.2019

Es sabido que la probabilidad de que un economista experto o este humilde cronista acierten un pronóstico económico es la misma que tiene un chimpancé de acertar en una diana a cien metros de distancia.

Me advierte, no obstante, mi amigo el chimpancé, mientras juega con un dardo, que Draghi ha hablado. Draghi es ese italiano empeñado en salvar Europa, menos a Italia, que como se sabe no desea ser salvada.

Como ya hiciera en el pasado, llenará de dinero los mercados. Los banqueros protestarán porque sin interés no hay ganancia, los hipotecados sonreirán, las monedas perderán valor y algunos especuladores disfrutarán con el valor ficticio de sus activos.

Los signos de que la economía mundial se desacelera son crecientes.

Dice la OCDE, y confirma el Sr. Draghi, que vivimos una "ralentización sincronizada a nivel global". La peor parte se la lleva Europa aunque, eso sí, "España está resistiendo mejor que Italia o Alemania" dice la OCDE, "porque su crecimiento sigue siendo positivo". El FMI, también, salvaba a España de la quema tras dar un tijeretazo al PIB de Alemania e Italia en sus previsiones de crecimiento global anunciadas el pasado mes de enero.

¿Qué ha ocurrido para que la salvadora austeridad no haya resuelto la penúltima y definitiva crisis del capitalismo? Esta semana se dispararon las alarmas en China, que redujo su horquilla de crecimiento para los próximos años en medio punto anual, mientras el viernes, Pekín anunció un desplome de el 21% de sus exportaciones. 

Hacían bien los líderes europeos en recibir a los líderes chinos "con rojas togas bordadas...y preciosos báculos", pues los efectos de la economía China en el contexto global es determinante.

Hay que suponer que en ese ambiente, la OCDE rebajará sus expectativas de noviembre para la economía española, pero esta parece tener su propio ritmo. Nuestra forma de ser con un consumo interno potente, un país de ciudadanos a los que les gusta salir, comprar, está ayudando a resolver la situación, unido a un gasto público que, a diferencia de nuestros socios europeos, mantiene el tono.

En suma, la confianza económica de la zona euro se ha situado en el mes de febrero en su nivel más bajo desde noviembre de 2016, España es la única de las cuatro grandes economías de la región donde no se ha registrado un deterioro.

No ocurre lo mismo en Italia, en Francia o en Alemania. Países donde el deterioro comercial se está notando. Las alegrías populistas tipo Trump o Brexit, están lesionando el comercio que, al final, es lo que arrastra a las economías más potentes. Pueden no creerme, pero les aseguro que echaremos de menos a los chinos, cuyo crecimiento se atasca.

Después de años en los que el negocio exterior ha sido el salvavidas de las empresas españolas, en 2018 se rompió esta tendencia. Aunque el negocio exterior de las grandes empresas sigue representado el grueso de los ingresos, el año pasado fue la demanda doméstica la que más tiró de los resultados. Por primera vez en más de una década, la cifra de negocio generada en España creció más que los ingresos obtenidos en el exterior, gracias a la economía local.

España, sin duda, tiene un lado vulnerable: un déficit que a golpe de rechazo a los presupuestos y reales decretos se puede ir por encima del 2.2%, frente al 1,3% al que aspiraba el Gobierno.

El simple rechazo de los Presupuestos llevará de forma "automática" el déficit muy por encima del objetivo del Gobierno actual, al no poder mejorar la capacidad recaudatoria y cortará las posibilidades futuras de mantener el gasto público español.

Mi amigo el chimpancé juega con el dardo, susurra un grito poco preciso y parece decir como Cavafis, China, "Esta gente, al fin y al cabo, era una solución".

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