Algo más que un Calypso

29.04.2023

Esta es crónica de viernes. Y como llevan ustedes más viernes con el cronista que con su "okupa", saben que el jefe de la Clicktertulia, Don Juan Ignacio Ocaña, me manda que los viernes no sea sesudo. Los CEO están tan encantados que han anunciado que "okuparán" unos monísimos chalés de la SAREB en el Mediterráneo para nuestras vacaciones (si cuela, cuela).

Siendo crónica de viernes, mi reflexión abandonará asuntos cotidianos. Fue allá por el 69, el cronista tendría 13 años, cuando en uno de esos "cine fórum", que los curas progres usaban para enseñar a los críos a ver cine, nos pusieron una película "Adivina quien viene a cenar esta noche".

El argumento era esencial: una chica rubísima, monísima y blanquísima (cosa que animaba al principio a los hormonados adolescentes) invita a cenar con sus padres (Tracy Chapman y Katherine Hepburn) a su novio. Nada raro, salvo que el chico es…negro. Cosa que en la época apenas se llevaba: El actor: Sidney Poitier.

Nosotros, que no habíamos salido de la aldea, a quienes lo de África y la negritud nos quedaba tan lejano que solo sabíamos de las versiones de Tarzán, empezamos a sospechar que el asunto era más complejo.

Poco después, en uno de sus viajes mi padre trajo un misterioso disco: contenía la voz de Mirian Makeba (Pata Pata), que sonaba a sonidos ancestrales y a dolor profundo, al parecer ella era sudafricana, vaya usted a saber dónde estaba eso, nos preguntábamos. Y lo que allí pasaba.

Y andabas pensando en qué era eso de los negros y negras, de los rumores de broncas que lejanamente nos llegaban, cuando en un guateque alguien dijo: mi padre dice que esta música está bien. Era un Calipso, era Harry Belafonte.

Y era Banana Boat (Day 0) que, al parecer, contaba la historia de los cargadores de plátanos en los muelles Jamaicanos (nuestro inglés no daba para más).

Pues bien, Harry Belafonte, pionero entre los luchadores por los derechos de la población afroamericana, entre otras cosas, ha muerto esta semana. Ustedes se preguntarán porque me ocupo, últimamente, tanto de los que se mueren de aquella época. Hace poco les hable de Mary Quant y su minifalda.

Pues es fácil de explicar: ante esta costumbre tan española de enterrarnos cada día, conmemorar cada día nuestras guerras y derrotas, merece la pena celebrar la vida de los que supieron ganar derechos, con menos odio.

SIdney Poitier, Mirian Makeba, Harry Belafonte dieron luz y voz a la diáspora de origen africano. Desafiaron y cambiaron las actitudes hacia los hombres y mujeres afroamericanos.

Ese es su legado: la lucha por los derechos humanos no les exigía el odio populista, sino el amor a los suyos.

Hubo un estilo "calypso" que algunos de nuestros padres trataban de copiar, aunque la estatura y la cintura española, para que engañarse, no daba para presumir de caderas ondulantes que vestían pantalones "calypso" apretados, camisas de cuello abierto: todo ello como un vehículo subversivo para cambiar corazones y mentes.

Belafonte ha muerto, quince meses después que Sidney Poitier.  Eran Harry, Makeba y Sidney, voz y lucha para todos los negros orillados por la cultura dominante, miembros de la familia que una vez "had a dream", tuvieron un sueño.

Hoy, amigas y amigos, cuando vayan a tomarse ese vinito de viernes que siempre les recomiendo, miren a su alrededor. Escuchen todas las voces y miren, con respeto, todos los colores que tiene la vida. Harry Belafonte, Vinicius Junior y yo se lo agradeceremos. 

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