Los ríos de leche y miel son más lentos que los de lava: el optimismo económico

22.09.2021

Ayer, no estando Pedro, Calviño hizo de jefa. Aprovechó para presentar su cuadro macroeconómico. Pedro, por una vez estaba donde debía estar, en La Palma, y tampoco a nadie se le han ocurrido tontadicas tipo Maroto para herir a los canarios.

Hay que decir que la sandez de la semana le ha correspondido a la delegada del Gobierno en Madrid, a la que una manifestación de extrema derecha en Chueca le sorprendió, que se ha visto en la obligación de recordar que nada podía hacerse. Ni cambiar un recorrido, eso son cosas de derechas, como se sabe.

Por la razón que toque, esta semana los ministros y ministras de Podemos andan enfadados y no han acudido a la sesión de control. No han sido los únicos, solo seis ministros de veintidós han acudido a ser controlados por el Congreso de los Diputados, lo que habla excelentemente de la calidad democrática española.

En esa mínima sesión, y a partir del cuadrito de la ministra, se han anunciado múltiples negociaciones presupuestarias, donde los aliados del Gobierno aspiran a meter mano en las cuentas. Rufián ya ha advertido que los votos "indepes" hay que sudarlos. No le crean, las mesas bilaterales se encargan del asunto, el PNV lo tiene hablado y quedará algún flequillo que pondrá Bildu.

No habría que preocuparse, dice Calviño, porque ríos de leche y miel nos inundarán, a partir del año 2022, donde recuperaríamos los niveles prepandemia, gracias a los fondos europeos y a que, según la ministra, ustedes tienen guardados 50 mil millones, que le dejarían a Hacienda en recaudaciones unos diez mil millones. O sea, todo visto.

A los que hemos pasado por una facultad de economía nos gusta mucho hacer predicciones, tanto como a las instituciones. La OCDE comparte las cifras de Calviño - crecimientos del 6,5% y 7% en los dos próximos años-.

El Banco de España no comparte el optimismo de la ministra y afirma que no hay herramientas para predecir lo que la Señora Calviño predice. Que España sea el país que más crece sí es creíble, en la medida que es la que más sufrió la caída de la pandemia.

La cuestión es que el mundo no está para tirar cohetes económicos precisamente. Singularmente, las situaciones en Estados y China, verdaderos motores económicos de la economía global, no dan para tantas alegrías como presume el cuadro macroeconómico de la ministra, especialmente en materia de comercio internacional.

Tras la economía dopada por los estímulos antipandemia las economías de EEUU y China empiezan de nuevo a ralentizarse. Y eso, créanme, no son buenas noticias.

Lo cierto es que en todos los países se vive una carrera de recuperación de la popularidad política a base de vender recuperación económica inminente. Deberían ser más prudentes.

Pero, como era de esperar, los estímulos generan niveles de inflación que nos obligan a rezar a los dioses de la economía para que no empujen a los bancos centrales a retirar recursos bancarios. Dicen en Europa que la inflación retornará a sendas de las de antes, pero "cositas" como la electricidad pervierten los mercados, por cierto, en España más que en otros sitios.

La lentitud en la que se ha instalado la recuperación en los Estados Unidos, que podría atribuirse a la crisis de vacunación, pero no solo, es una alarma: solo el consumo sujeta la economía norteamericana, técnica en la que sueña la ministra Calviño.

Lo que ha venido a recordar el Banco de España es que el consumo es un indicador retrasado: es decir, ustedes han gastado en el segundo semestre, pero no se puede con exactitud asegurar qué ocurra en el futuro.

China tampoco aporta muchas notas para el optimismo, sino más bien trae todavía más motivos para la preocupación. Los indicadores chinos dan pistas de caídas económicas entre el 10 y 3l 30 por ciento de valores patrimoniales, sonadas casi quiebras, que aún no sabemos si tendrán efecto internacional.

No se trata de ser agoreros, ni portador de malas noticias llenas de desconfianza. Pero, que quieren que les diga, yo que ustedes no esperaría hasta dentro de unos años los ríos de leche y miel. Por desgracia, el dinero corre menos que la lava.

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