La campaña en MadriZ (3):Guardar la casa o engordar al caballo
Existen abundantes estrategas en materia electoral, prácticamente todos y todas han leído los mismos manuales y manejan las mismas herramientas. Quien asesora en unas elecciones, háganme caso que alguna he hecho, ha heredado el librillo de algún experto jubilado.
En breve, hay una decisión de estrategia que debe tomarse: o ampliar el electorado, aventurándose en el terreno de otros, o blindar el propio, para evitar que cualquier adversario pastoree en el coto de una de las formaciones en liza.
Como habrán deducido, la primera es cosa de mayorías y la segunda de resistentes. La primera adopta modos suaves, como de buen comerciante, y argumentario plural y la segunda requiere el frentismo y algún que otro fanatismo ideológico.
Si observan las campañas de Vox o la de Pablo Iglesias los tics frentistas superan cualquier voluntad propositiva.
Hoy, Pablo Iglesias, que empezó la campaña gritando "no pasarán", ha formulado una propuesta que bien define una estrategia de resistencia: propone que el Gobierno de Madrid abandone la Casa de Correos, en la Puerta de Sol, para convertirlo en un centro de memoria antifascista.
Ya ni siquiera parece querer combatir por algún voto socialista despistado o por los de Más Madrid. A lo suyo, como casi siempre, el prócer busca la movilización más antisistema y abandona cualquier programa, para pasear con la heredera y ministra de Trabajo.
Parece que el efecto de su irrupción madrileña se disuelve como lagrimas en la lluvia, mientras busca naves que ardan en "algún, alguna, algune" lugar de Orión.
Por su parte, las huestes de Abascal, que si tienen al electorado movilizado no se nota mucho, han vuelto, si es que alguna vez se fueron, al odio a los "menas" (Centros de acogida de menores inmigrantes no acompañados).
Sus cartelitos comparan una cifra, como casi siempre inventada, de coste de cada persona con la pensión de una abuela. Cosa que está siendo investigada por si constituye delito de odio.
Ese es un contexto que ya les va bien a los partidos de las mayorías. Especialmente a Ayuso a quien, de momento, le vale con una presencia menor de Vox. Hasta ahora, ninguna encuesta ha dado mayoría absoluta en solitario, pero las últimas apuntan alto. Ayuso es el único adversario que parece tener Ayuso.
Mañana, en el debate, se juega una gorda. Pero hay que decir que, para sorpresa de casi todos, la campaña que mejor sigue los consejos de Tezanos es la de la lideresa madrileña.
Su argumentario se adapta cual guante a los deseos de los votantes de Ciudadanos y de la mayoría del centro derecha de la Comunidad. Si me apuran, algún votante socialista, anda tentado: ya avisó Tezanos de que un 21% del electorado de Gabilondo anda sospechosamente tentado por la lideresa.
Hoy, Ayuso ha dedicado el día a recordar el empleo que había salvado, sus afiliaciones a la Seguridad Social, cifras de inversión y todas esas cosas de las que suele presumir, a veces con cierta imprecisión estadística.
No; no es casualidad: al personal de Ciudadanos estas cosas les encantan y ella se va a quedar con el electorado todito. Aquí ya se dijo que esto no era el cinturón de Barcelona.
La irrupción de Sánchez de la que aquí hemos hablado, tan estrepitosa como irrespetuosa, ya ha tapado irremediablemente a Gabilondo, no camina, precisamente en esa dirección interclasista que se reclama de partidos que lo atrapan todo.
Parece que la voluntad de los hacedores de relatos socialistas no es tanto ganar Madrid como conservar la Moncloa.
Hoy se esperaba una oportunidad para aventar corruptelas "peperas" y van los jueces y sobreseen a Cifuentes y Francisco Camps. Otro juez dice que hay que devolverle la mesa camilla a la familia de Franco. Pandilla fachas.
Los de Europa dicen que hay que guardarse la ley esa del Poder Judicial y los de la farmacia europea dicen que las dosis se ponen completitas, acabando con dos días de discursos epidemiológicos defendiendo lo contrario.
Anuncian en Bruselas que esto de los fondos europeos hay que mirarlo en detalle, que ven muchas rotondas en los planes españoles y, ahora, los socios, antaño siempre irritados con Casado, dicen que igual tener un plan B alternativo al estado de alarma no estaría mal. Es verdad, Iván, hay días que uno no está para nada.
El problema es que todo esto desanima la movilización electoral en la izquierda, como consecuencia, aumenta los discursos de resistencia y debilita el argumentario propositivo.
O sea, que empezamos a guardar la casa, en lugar de engordar el caballo. El debate y la tendencia de Ayuso al error es la esperanza de la izquierda. En fin, se lo tengo dicho, es lo que hay.
