El talibán gana la guerra de la heroína

19.08.2021

Ni derrota americana ni guerra de religión, ni soberanía, ni guerra civil. El Talibán ha ganado la guerra de la heroína. Armamentos y soldadesca, pagada con el tráfico de la droga y señores de la guerra han vencido. Todos los policías han sido derrotados.

Olviden el rollo del multiculturalismo, el derecho a la soberanía y cosas parecidas. Han ganado los traficantes, insisto.

Qué veinte años no es nada. Tan solo una pérdida de orientación política. Nunca se supo a qué íbamos. Ni siquiera el gran Obama, cuya política exterior se ha derrumbado estrepitosamente.

Las guerras son tan odiosas como las que los organizan. No hay guerras justas. Lo escribió Platón: lo justo es lo que conviene a los fuertes.

Las guerras las sufren los pueblos, las disfrutan quienes negocian con el horror de la batalla o con las reconstrucciones. La historia corporativa de las invasiones de Irak o de Afganistan llenarán páginas de ignominia en los libros de historia económica del futuro.

Por si se han olvidado: España estuvo allí, miles de nuestros hombres y mujeres soldados perdieron sus mejores días para nada.

De Afganistán venían los sesenta y dos militares que volaban en el Yak.42, en una de esas páginas de vergüenza que, junto a Trafalgar, figurarán en la historia de los ejércitos españoles.

102 hombres y mujeres fallecidos; 27 mil cien con uniforme enviados; mil cuatrocientas operaciones para desactivar explosivos. Tres mil quinientos millones de euros gastados. 19 años desde que el Emérito despidió al primer contingente. Qué se nos había perdido por allí no está muy claro.

¿Para nada, tiene derecho a preguntarse el personal?

Las guerras justas no existen, insisto. En los ochenta, Madame Mitterrand inventó el derecho a la injerencia. El objetivo era que los paracaidistas franceses camparan por África. Derecho que se ha aducido para posteriores desmanes. La tensión global, nacida del dramático asesinato y derrumbe de las Torres Gemelas, legalizó el derecho a la represalia.

La cosa es que, si se va, se va. Veinte años debieran haber servido para cambiar la vengativa cultura talibán: mujeres y niñas castigadas por el integrismo religioso más deleznable; derechos en recesión absoluta; cultura milenaria destruida. 27 mil hombres y mujeres españoles tienen derecho a saber porque perdieron su juventud " donde los escorpiones".

Mientras una ocupación y un gobierno venal parecían construir una normalidad, los señores de la guerra traficaban con el polvo de heroína, compraban armas y se preparaban justo para el día en que Biden, el pacifista de verdad, no como Obama, un premio Nobel que nada hizo, retirara a su soldadesca.

Lo que viene, como en la guerra de Siria, es una catástrofe humanitaria, imágenes de horror. Presencia insultante de la negación del derecho de las mujeres.

Se cree que cuando las mujeres conquistan sus derechos estos son irreversibles. Ojalá. Me temo que se irán como los derechos a la libertad, a los juicios justos, a las milicias sujetas a derecho. La violencia institucional, la represión de las armas, son extraordinariamente fuertes.

No tenemos razón para confiar en los talibanes. La huída de quienes pueden da una pista del sentimiento social. Dicen los veteranos y veteranas que por allí anduvieron que algo podría haberse hecho o podría hacerse.

Ahora se hablará del poder de la palabra, del glamuroso ejercicio de la diplomacia, de la presión económica, de las inacabables peroratas de las Naciones Unidas.

Mientras, rodarán, literalmente, cabezas, se lapidarán mujeres, se cerrarán las escuelas de las niñas y hablaremos mucho de ello.

De paso, los radicalismos locales, atenuados con la derrota del Isis en Siria, volverán. Europa seguirá hablando, mientras es incapaz de sacar a su gente de allí de forma coordinada y su política exterior, Borrell a la cabeza, o no dice nada o no se le entiende.

Europa no quiere que los afganos y afganas llenes sus fronteras, pero nadie dice nada, nadie sabe nada. Sánchez hace una conferencia telemática, volverá una mañana de estas. Las crisis son las crisis.

Trump le ha ganado a Biden: el caos es el territorio norteamericano donde hundir la política europea.

No; no existen las guerras justas, pero a veces dan unas ganas...

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