El borrado de Gala y la moral de la historia

23.08.2021

Ese muro que se levanta sospechosamente para ocultar a Trotski y enaltecer a Stalin. Ese muro, justo, señala la victoria de los departamentos de agitación y propaganda, la posibilidad de los comisarios de historia de reescribir la historia y, lo que es peor, de recuperar la "damnatio memoriae". La condena de la memoria que inventaron los romanos.

La Dirección General de Diversidad Sexual y derechos LGTBI, o sea, el comisariado para la reconstrucción de la historia de hombres y mujeres ha decidido conmemorar el 85 aniversario del asesinato de Federico García Lorca con una foto manipulada, en la que se sustituye a Gala, la mujer de Dalí, por Federico en el pecho de Dalí.

Se pondera, sobre otras razones de su asesinato, la condición de homosexual de Federico. Entre ustedes y yo, considero probable que entre ambos, Dalí y Federico, hubiera una notable fascinación personal, seguramente homoerótica. Ninguna de las dos cosas empaña su arte.

Existen innumerables fotos de ambos en sus años madrileños que podrían atestiguar su relación. La pregunta es sencilla: ¿Por qué borrar a Gala?

La musa del pintor ha llenado su obra. Es imposible reconocer a Dalí sin Gala. ¿Por qué el comisariado de la Señora Montero ha decidido borrar a la mujer? ¿Se trata solo de ensalzar la homosexualidad?

No lo creo. El problema de este personal es su persistente renuencia para asumir la "moral de la historia". Se prefiere constituir reservas de pensamiento, invenciones que cambien el relato real. Alimentar una nostalgia de tiempos posiblemente inexistentes, a la luz de un presente comprometido.

La lógica simplista del sexo como una elección solo conduce a una circunstancia: el borrado de las mujeres. Si podemos borrar a Gala, podemos borrar a cualquier ama de casa de Figueres. El muro crecerá hasta tapar todo lo que no sea Stalin.

Es más fácil reinventar la historia que hacer un análisis crítico. Sin duda, Federico, como tantos otros y otras sufrieron la represión por su orientación sexual. Pero contar esa verdad no requiere mentir: Gala existió y Dalí no existiría sin Gala.

Pueden borrarse los tuits, pero no pueden borrarse las intenciones. Y las de las comisarias de la fingida igualdad no podrán cambiar la historia. Al fin y al cabo, con luces, sombras, miserias y heroicidades, el relato permanece en libros, imágenes y cantos.

No solo murió Federico por homosexual. También por "masón" y por "socialista". Se puede echar de menos que los perseguidores de "fakes" no se hayan enfadado por la imagen falseada, y luego borrada, en el tuit del Ministerio de Montero, de los Montero de Galapagar. Pero los perseguidores de "fakes" también cobran de los comisariados, sospecho.

Tenemos un problema con la historia. Nuestra incapacidad de analizarla críticamente, de señalar los contextos en los que los hechos y datos se produjeron. Es bueno reivindicar el derecho a la opción sexual, quizá no sea tan exacto culpar solo al fascismo que asesinó a Federico: la izquierda, no fue especialmente sensible a estas relaciones.

La moral de la historia nos enseña que muchos pueblos oprimidos, oprimían cuando fueron conquistados; que muchos y muchas amantes de la libertad amaban sus libertades antes que las de los otros.

Que muchos de los que decían odiar los integrismos hacían negocios persiguiendo los integrismos. Que los que ven deshacerse sus países prefieren buscar enemigos de hace cinco siglos que perseguir narcos.

No hay que preocuparse. La moral de la historia siempre persiste y la verdad permanecerá en libros, imágenes, paisajes, ciudades y, sobre todo, en la memoria de muchos y muchas.

Unos y otros, quizá, como los del comisariado del Ministerio de los Montero, no se atrevan a recordar quienes fueron borradas de la historia siempre. Gala existió, y se posó, en l´Empordá, sobre el pecho de Salvador. Es probable, quizá seguro, que Federico soñara con ese pecho alguna vez, pero esa no es la verdad de la foto ministerial.

El borrado de Gala no es la moral de la historia.

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