Desde mi caverna, dia7: La venganza del logaritmo

21.03.2020

En toda pandemia hay alguien que se reivindica. Hará enseguida once años, ya les comenté aquí la venganza del tocino. Ahora, créanme, es la venganza del logaritmo. Ciertamente, lo del tocino era más proletario; lo del artefacto matemático es algo pedante, pero como venganza tampoco está mal.

A ver, diga lo que diga el soldado de azul ese que sale en las ruedas de prensa, hoy no es lunes, es sábado. Día útil para hacer los deberes, de toda la vida, Así que empecemos con los logaritmos.

Si; esa línea roja que apunta como un rayo hacia la derecha y arriba, que ustedes miran todas las mañanas como si miraran el reloj cuando esperan a su suegra, es una gráfica basada en logaritmos que se venga del desprecio que, durante años, ustedes le han mostrado.

Lo sabe; sabe que el día de la función exponencial y logarítmica ustedes hicieron pellas; sabe que copiaron en el examen y sabe que, en cuanto pasó el bachillerato, la ignoraron con todo desprecio, poniéndola en el mismo saco que las integrales y las derivadas.

¿Acaso no han notado la irónica sonrisa que los guardianes del secreto, los matemáticos, ponen cada vez que salen en la tele? Ellos sabían que, más temprano que tarde, podrían vengarse. Son los portavoces del ofendido exponente y su no menos ofendida base.

¿Por qué usar una gráfica logarítmica? Básicamente para que se entienda el detalle. En matemáticas, el secreto casi siempre está en el límite.

En una gráfica normalita, la diferencia entre 5 y 10, es la misma que entre 50 y 55. Así, en un dibujito normal, la llamada con el poco glamuroso nombre de lineal, no notaríamos diferencia entre el ritmo de los primeros cinco contagiados y lo últimos cinco.

Pero el caso es que en el primer caso el aumento es un cincuenta por ciento y en el segundo un diez por ciento. Así, cuando ocurre lo del primer caso la curva logarítmica se inclina hacia arriba como un rayo y no hay manera de achatarla. Sabemos, además, que la pandemia crece exponencialmente porque, si se fijan en el dibujito que publican los periódicos, el tiempo que pasa entre 100 y 1000, es prácticamente el mismo que entre 1 y 10.

Para que me entiendan, en un día normal, una declaración de Ponsatí, del xenófobo de Torra o del fugado daría para un meme, un par de chistes y dos comentarios sardónicos en una tertulia. En días como estos, sus mentiras son un insultante desprecio al personal. Quiero decir que, en escala normal, puede parecer una tontadica más, pero en logaritmos es una barbaridad.

Llevamos días esperando mascarillas y, al final, las mandan el dueño de Huawei, el malvado espía, y el dueño de Zara, el malvado evasor de impuestos. O sea, si hablamos de las declaraciones de Monedero, su función logarítmica es que se sale del gráfico.

Dicen los de la fábrica Dyc que tienen 150 mil litros de alcohol esperando a ver dónde los mandan para hacer geles hidroalcohólicos: el gobierno se lo está mirando. Lo que viene a ser una pasada de lentitud logarítmica.

Háganme caso: a los artefactos matemáticos hay que respetarlos, que luego pasa lo que pasa. Por ejemplo, en Rusia, que son más de letras y música, o en Irán, que son más de religiones no evaluables, es como si no hubiera pandemia. Así que para saber qué pasa, además de las cuatro reglas, hay que saberse las funciones transcendentes.

Desempolven alguno de esos libros de bachillerato que guardan por ahí y busquen las funciones logarítmicas. Al fin y al cabo, como llueve y lo demás, tienen que quedarse en casa y pueden aprender algo, que no todo va a ser el "feisbuk". Es lo que hace mi nieto y mis nietas los "findes",  trabajar algún ratillo. Por cierto, me han dicho que todo saldrá bien, y yo les creo.

Banda sonora: Les Luthier, teorema de Thales

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