Desde mi caverna, día 38: cajeros, que lugares tan gratos para jugar

21.04.2020

Corre que no camina, por el pasillo del "super" con su hijo o hija subido encima, cual nave espacial, con sus manitas agarradas al carro. Mientras usted pide sus medicinas, el niñerío juega con las estanterías y toca mostradores.

Quizá, su criatura guste de revolver los quioscos, buscando libros de dibujo, o agarrar el pan que usted ha comprado, con esas manitas que han recorrido espacios no desinfectados. 

Qué sueños de padre o de madre tan hermosos.

Es cierto, la epidemiología es como las matemáticas. Le pedimos certezas, pero suele ofrecernos probabilidades. Necesitamos espacios para la chavalería y nos ofrece enrevesados fractales. Pero, de verdad, ¿necesitamos tontadicas?

Vale, lo entiendo, el parque es un lugar lleno de peligros víricos para mi nieto y mis nietas. Especialmente, si hay concentración de chiquillería treinta y ocho días después de confinamiento. Dicho sea de paso, no sé si el peligro será más vírico o de agresividad infantil, tras tanto encierro.

Dicho lo cual, el gobierno confirma que o no tienen criaturas en edad de ser criaturas o no han hablado con quien los tenga. No me cabe duda: la medida ha sido consultada con decenas de comités científicos, que han alcanzado la gloria esta misma mañana a golpe de decreto.

Cabe imaginar que los expertos han asegurado que la chiquillería debe salir un ratito de casa, romper su rutina y, ya que no pueden socializar, dar un paseíto. Digo imaginar porque con los expertos asesores nunca se sabe.

Gracias, señor presidente, gracias señores y señoras de los múltiples comités. Un recorrido por supermercados, bancos, quioscos, farmacias o panaderías son lo que todo padre o madre imagina para llevar a sus hijos de paseo. Cajeros, que lugares tan gratos para jugar.

Vamos a ver: ¿no eran éstos sitios de riesgo, en los que debían mantenerse distancias de seguridad, acudir con mascarillas o no tocar las superficies con las manos?

¿No parece que estos inocentes y pequeños cócteles de virus deberían alejarse, precisamente de estos espacios?

El final progresivo del desconfinamiento requiere rigor, sin duda; a lo mejor asimetrías y, probablemente, distintos ritmos, según población afectada. Parece que los datos epidemiológicos así lo aconsejan, pero no parece que sumar a los niños y niñas a las funciones autorizadas a padres y madres sea una estrategia muy meditada.

Búsquense espacios abiertos, incluso aquellas aceras hoy vacías, que llenaba la infancia de antaño; permítase la vuelta a la manzana, llámese a la responsabilidad de los padres y madres, que la han mostrado tan sobrada como educación los pequeñuelos; prohíbase la socialización infantil.

Pero por qué sumar tontunas a las dificultades ya abundantes. Por qué, presidente, hasta una buena decisión tiene que ser liada por enredos.

Seguro que, una vez más, el decreto correspondiente será modificado para buscarle a las criaturas algún espacio abierto. Pero este es un ejemplo más de decisión no meditada. Son más seguros, para las criaturas, para los demás, los espacios abiertos, las aceras, los patios de las casas donde los hubiere que lugares cerrados.

Mientras las estaciones de tren se llenan de marcas en los suelos para indicar distancias de seguridad, el gobierno pone a los niños en un cajero. Dejémoslo en paradoja brillante.

No se me preocupen, estimados y estimadas, "en poco más de una semana" lo arreglarán. Mientras tanto, ustedes hagan lo que tienen que hacer: quedarse en casa. Mi nieto y mis nietas, que no aman comprar el pan precisamente, aseguran que todo saldrá bien. Y yo les creo.

Banda sonora: Voces blancas. El Cocherito lere

Fotografía: Preparados para ir al cajero automático 

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